«¿Te acuerdas de Alf? ¡Ha vuelto! ¡En forma de chapas!»
-Milhouse Van Houten
En 1986, Estados Unidos veía nacer a Alf, un peludo alienígena que un día se estrellaba en la tierra contra el tejado de la familia Tanner. Un año después, en 1987 sus aventuras traspasaron la pequeña pantalla y llegaron al papel convirtiéndose en un cómic que tuvo también una buena acogida. Tanta que incluso llegó a venderse en España en el año 1988.
Los cómics de Alf estaban editados por Planeta – De Agostini y costaban inicialmente 140 pesetas el tebeo, que salía a la venta mensualmente, aunque poco a poco fueron subiendo el precio.
¿Qué tiene de diferente la serie animada Alf respecto al cómic? Pues mucho y poco. El espíritu es el mismo y los personajes son los mismos: Alf, el padre Willy, la madre Kate, y los hijos Lynn y Brian. Sin embargo, al no tener que pagar una producción televisiva los personajes podían hacer un poco lo que les da la gana. ¿Que hay que convertir a Alf en un superhéroe? Pues le ponemos un mantel y que se convierta en el capitán Alfmérica y tan contento todos, por ejemplo.
Los dibujos tenían su gracia, y si los ves ahora además de recrear fielmente el espíritu de la serie parece que todos van vestidos como hipsters de la actualidad, pero sin barba kilométrica en el caso de los chicos.
Además, la libertad del cómic permitía trasladar las historias a todo tipo de escenarios más allá de la casa familiar y alrededores. Así, podían irse de vacaciones a la nieve, o incluso Alf podía enseñar clases de teatro musical a un amigo mariquita de la hija, que va a representar My Fair Lady. Eso sí, para que no le reconozcan se disfraza con un saco.
Cabe destacar que si bien en los créditos de los tebeos no figura quién adaptó los guiones, lo cierto es que introdujo los típicos chascarrillos para hacer el humor más local. Por ejemplo, en cierta ocasión se recreaba la historia de la Odisea, en la que Alf oía en su barco a los mismísimos Hombres G.
Y en otra ocasión, en la portada, decían que Alf era el personaje más sexy después de una lista eterna de nombres, que iban de Hulk Hogan a Michael Jackson. La lista no solo aparecía en portada sino también en páginas interiores. Nombres y nombres. Lo gracioso es cuando llega a un apartado de realeza y después del Príncipe Carlos y el Príncipe Andrés incluyen al entonces Príncipe Felipe. Con un par.
Para que no solo fans de la serie pudieran leer las aventuras, en los cómics se recuerda cómo llegó Alf a la Tierra. De manera breve y sucinta, claro.
E incluso en una historieta se invierten los papeles y es Willy Tanner quien va al planeta Melmac, todo ello usando la máquina «¿Y si…?», que permite recrear con fidelidad cosas que no han pasado. Reciclando argumentos desde el primer segundo, oiga.
En los cómics además se podían poner situaciones que en televisión habrían causado polémica. Por ejemplo, un niño que parece estar hasta arriba de drogas.
Alf además sirvió de inspiración para una preselección eurovisiva que tendría lugar 20 años después. Sí, como suena. Al menos, eso se deduce al leer esta historieta que comparte título con la canción de la gran Coral Segovia en la preselección de 2008. Pero sin Baltanás a los coros, claro.
Admito que desconozco cuántos salieron a la venta, pero por internet he fichado que al menos siete. Yo tengo los cinco primeros números en un tomo único que costaba 400 pesetas, unos 2,40 euros, y que me lo compré en Canarias en un kiosko del aeropuerto una vez que fui a ver a mis abuelos cuando estaba en primero o segundo de EGB; es decir, cuando ya el cómic se habia dejado de vender. Así de outsider era yo.
Y ahora la pregunta de rigor. ¿Alguien compró de pequeño estos cómics del alien peludo?