Dentro de cualquier profesión podemos encontrar piques entre compañeros. En el periodismo, hay tarántulas que vampirizan contenido que luego venden como propio (por ejemplo de este blog), en el mundo del cabaret las coristas se empujan por las escaleras, y en la música cantantes de todos los géneros se lanzan dardos a través de los medios de comunicación.
Centrándonos en esto último, en la industria española, por ejemplo, conocemos que Rocío Jurado se llevaba mal con Concha Piquer, y la de Chipiona dijo en ‘Cantares’ aquello de «yo sé que soy más larga que Concha Piquer». Lola Flores no podía ver a la Pantoja, y machacó un pollo mientras hablaba de ella en una entrevista en Televisión Española. Vicky Larraz y Marta Sánchez se llevaron un tiempo como el perro y el gato, y hace escasos días, Malú y Amaia Montero partieron peras porque la primera dijo que la segunda no estaba delgada (¿tendría que ver que Gonzalo Miró hubiese sido novio de ambas?).
Kraus dijo que había una «mafia operística»
Sin embargo, no solo en la canción española o el pop encontramos duelos de gatas: también en la música. Y así, en 1992, vivimos a un enfrentamiento entre el difunto Alfredo Kraus (padrino de Marta Sánchez, por cierto) y Montserrat Caballé. Eso sí, el tenor no dijo que la diva estaba gorda a lo Malú, sino que criticó cosas peores.
Tirando de hemeroteca, nos encontramos que en febrero de 1992, Alfredo acusó al hermano de Montserrat Caballé de montar «una mafia operística», según titulaba El País.»En España existe una mafia cultural desde hace muchísimos años, gracias a tu organización y de la que ahora se están haciendo copias» espetó Kraus a Carlos Caballé en una conversación telefónica que fue filtrada a Onda Cero. Hablamos de un año en el que cualquier artista de ópera quería mostrar su talento en saraos como la Expo de Sevilla o las Olimpiadas de Barcelona.
«Cuando no me contratan pienso que es porque estoy gorda»
La cosa no quedó ahí. Cuando llegaron las Olimpiadas, el padre de Patricia Kraus cantó, y eso le pareció fatal a Montserrat Caballé. Ella, que se encontraba en Roma, posiblemente cardando su espectacular pelazo, y desde allí sacó las navajas. Y es que bajo su punto de vista, Kraus «no es digno de esta nación, porque quiere decir que se está apegado a otros intereses, a otros valores, y no se tiene la dignidad como para cantar el himno de las Olimpiadas».
Por supuesto, todo esto tenía que ver con las acusaciones de mafias operísticas, e invitó a Kraus a que reflexionase si su trabajo valía o no, y que a «cuando un teatro no me contrata, pienso que es porque canto mal o porque estoy gorda o vieja. No echo la culpa a mis colegas. Pero todos se creen reyes o reinas».
Con el tiempo las aguas se apaciguaron, y cuando la mujer de Alfredo enfermó con un cáncer cerebral Montserrat le dio todo su apoyo. Pero desde Moscú y mediante un fax, según recogió El Mundo.