Camela y los premios que (casi) nunca les dan

El pasado 31 de noviembre, la cadena Radiolé realizaba en Sevilla su primera entrega de premios donde reconocían lo más granado de la casa, y entre los galardonados estuvo el grupo Camela, por el que parece que no pasan los años. En la actualidad, el ahora dúo sigue de gira con las canciones de su último álbum, ‘Más de lo que piensas‘ (con el que se situaron como el disco lo más vendido la semana de su lanzamiento, cosa que con lo poco que se vende es más que loable) y donde hay cabida para todos sus grandes éxitos, como ‘Sueños inalcanzables’, ‘Lágrimas de amor’ o ‘Cuando zarpa el amor’.

En sus conciertos, en más de una y de dos ocasiones, Dioni Martín y Ángeles Muñoz cuentan al público que nunca les han dado, por ejemplo, un premio Amigo, pues «como dice su nombre, se lo reparten entre los amigos». Una frase que suelen rematar indicando que el mayor premio que pueden tener es seguir con el cariño del público dos décadas después de empezar.

Y es que, quitando este premio Radiolé, no hay duda que Camela es un fenómeno musical que ha pasado muy desapercibido en lo que a reconocimientos se refiere. Y es que parece que se quiere silenciar lo que este grupo ha conseguido en la música de España; no solo es junto a La Oreja de Van Gogh el grupo Español que más ha vendido en las dos últimas décadas en el país (según Wikipedia), sino que en su día llegaron a situarse como el número uno de ventas por encima de otros fenómenos mundiales como las mismísimas Spice Girls.

Además, como Dioni Martín me cuenta en ‘No me toques los 90‘, Camela revolucionó la industria al vender más de un millón de copias de su primer disco en circuitos alternativos, por así decirlo, tales como las gasolineras y mercadillos; una cifra que ni de lejos conseguían otros grupos o solistas que vendían su música en centros comerciales o tiendas de discos. De hecho, las multinacionales descubrieron que en las gasolineras se vendía música y por eso empezaron a colocar los discos de sus grandes artistas nacionales e internacionales allí también, algo que les confesó una extrabajadora de Virgin. Que, por cierto, este mismo lunes Dioni Martín, junto a Joaquín Hurtado y Romy Abradelo me apadrinan en Madrid en la presentación del libro en la FNAC de Callao, por si a alguien se le había olvidado.

Además, no se puede negar que Camela tiene un sello único, que lo hace diferente de otros artistas. Tiene un sonido, unas melodías más que reconocibles, y fueron pioneros en la fusión de ritmos rumberos con bases electrónicas, con un pie en Los Chichos y otro en OBK. ¿Por qué un grupo prefabricado en una multinacional con un sonido similar al de otros luego se colma de premios y a Camela no? La respuesta ya se sabe, son cosas de la industria y de su funcionamiento, la misma industria que hizo críticas brutales al grupo cuando salieron desde una discográfica pequeñita de Madrid que llegó a lo más alto de las listas y que hizo que un trío de jovencillos diesen más de cien conciertos al año con solo un disco en el mercado.

Tirando de mi hemeroteca de recortes de entrevistas y artículos de Camela, he de decir que el de Radiolé no es el único premio que el grupo ha recibido. En 1999, la revista Bravo entregó sus premios OTTO -representados por un indio con una pluma en la cabeza-, los cuales eran elegidos por los lectores. Así, mediante voto por carta tradicional -aún no se podía votar por Facebook ni nada parecido- se elegía el grupo y el solista masculino y femenino más querido.

En esta competición Camela se alzó como el tercer grupo más votado de su categoría, y el único español de los premiados. Por delante de ellos estaban los hermanos Moffats (¿os acordáis de ellos?), y en otras categorías se premió a Ricky Martin, por ejemplo -es lo único que he logrado encontrar entre los recortes que conservo-.