Por Mike Medianoche
Mañana es 23 de abril, y un año más queremos conmemorar el día del libro en Sufridores en Casa. Para esta ocasión hemos elegido hablaros, queridas lectoras, de Perséfone, novela que en 1995 publicó la editorial Planeta y que iba firmada ni más ni menos que Ricardo Bofill, el primer y de momento último exmarido de Chabeli Iglesias.
Antes de empezar, a modo de prólogo, Perséfone, la protagonista del relato, nos cuenta que es una chica de origen mejicano que tiene dudas de si traer o no al mundo el hijo que está gestando en sus extrañas, y advierte que ella no es “la típica feminista sangrona que se cree que por haber sufrido una violación ya tiene el derecho a ser escuchada”. Esto es un cebo y no lo que ponen en Sálvame, oiga.
La sinopsis del relato, que tiene un alto contenido en spoilers, es la siguiente. Claudia es una chica de dieciséis años que decide casarse con un alto ejecutivo de una casa discográfica, quien se despide de la casa materna diciendo sencillamente “voy a ser famosa”. Dos años después del matrimonio, Perséfone, nombre artístico de Claudia, es la estrella de un grupo grunge “un estilo o forma de vida derivado del rock-n-roll, una mezcla de elementos <<punk>>, <<hard>>,<<heavy>>, <<metal>>, <<trash>> y <<death>>” -sí, viene todo así en el libro, con sus corchetes y todo-. Su marido, que dejó la discográfica y engordó desorbitadamente, recibiendo el sobrenombre de Fat Boy, ha acabado por causarle gran animadversión y por ello, Perséfone no duda de huir con un desconocido que la seduce de manera instantánea. Lo que ella no sabe es que Jack, su nueva pareja, es un médico especializado en robar órganos humanos para el mercado negro, siendo su última víctima una joven a la que arrancó la vagina.
A partir de ahí, la trama se convierte en un auténtico despropósito. Perséfone y Jack viven su romance en sitios tan dispares como un cine X o una gran mansión en la que comen setas alucinógenas. Pero Fat Boy no renunciará a su “Princesita”, por lo que manda a dos de sus secuaces a seguirle la pista, hasta que la encuentran. Uno de ellos acaba violando a Perséfone, al cual Jack mata, y al otro ella misma le deja ciego con un spray. Tras encontrar en el maletero del coche de Fat Boy a un maquillador al que Jack asesinó y tras previo aviso a la policía por parte de la mismísima Dolly Parton (así de duro), las autoridades creen que es el propio Fat Boy quien está tras los asesinatos de la mujer sin vagina y de su secuaz. Tras un peregrinar agónico de Jack y Perséfone por el desierto, la historia acaba en una orgía sangrienta en la casa de la madre de Perséfone en la que mueren todos menos ella, justo un día después del suicidio de Kurt Cobain. Preciosamente poético, por decir algo.
De la psicología de los personajes cabe destacar la pareja protagonista. Claudia / Perséfone es una niña cuyo padre murió a los seis años y que ha encontrado en Jack algo que la seduce por recordarle a su fallecido progenitor; Jack, a su vez, se presenta como el hijo de una monja ninfómana y alcohólica que abusó repetidas veces de él.
El estilo del novelista Ricardo, que opta por contar todo en primera persona desde el punto de vista de Perséfone, es muy denso y poco agradable de leer, ya que parece que tiene fobia al signo ortográfico del punto, y es constante que nos encontremos una página entera sin uno sólo de ellos. Se suele recrear mucho en los olores, como por ejemplo, en un pipí que olía a castañas, así como en los sabores, afirmando que los pezones de Perséfone sabían a olivas negras. El lenguaje, como cabía esperar, es muy texmex y nos encontramos diálogos divertidísimos como cuando la artista teme por su vida y la de Jack, al que advierte que “mi marido nos puede chingar la madre”.
Bofill recurre mucho también a la droga para contar la historia, y nos encontramos a los personajes tomando heroína, comiendo setas alucinógenas, bebiendo un mejunje llamado Hiroshima o fumando porros. También está muy presente la figura del mismísimo Demonio, al que Jack afirma haber liberado del interior de una botella en plena alucinación sicotrópica. Pero sobre todo, quienes más mencionan al Diablo son la madre de Perséfone y Semele, su cuidadora, la cual es seguidora del vudú y aconseja constantemente a su señora sobre lo que su hija debe hacer. Referido a la relación de Semele y Mami, lo más maravilloso es cuando la segunda le cuenta a su cuidadora cómo perdió su hija la virginidad, como quien te cuenta cómo tu hija hacía preciosos muñecos de plastilina.
Es inevitable que muchos, al leer esta obra, pensemos que Perséfone es una dramatización de Paulina Rubio, quien era pareja de Ricardo por aquella época, y no sólo por ser ambas cantantes de origen mejicano. Por ejemplo, cabe destacar el diálogo en el que Jack le pregunta si conoce a Luis Miguel y ella responde “¿Micky? Sí, somos amigos”, o aquella otra ocasión en la que cuenta “yo soy contraria al abuso de las drogas y sigo una dieta equilibrada que viene diseñada especialmente para mí por los expertos de Gefen Records”. Por no hablar de cuando habla de la peluca dorada de Perséfone, ya que, como nuestros lectores sabrán, Paulina recibe el sobrenombre artístico de La chica dorada.
El libro, que cuando salió a la venta costaba 1700 pesetas, algo menos de diez euros y medio, actualmente se puede encontrar en Todocolección desde cinco eurillos, una ganga. Además, sus 172 páginas, escritas con un tamaño de fuente del estilo a los libros blancos del Barco de Vapor, hará que te lo leas en un santiamén. Lectura SEC recomendada, por qué no.
Jajaja no me acordaba… El próximo, Sabor a Hiel, por favor.
Me da que lo único interesante del libro es el nombre. O leerlo bajo los efectos de la maria para pasar unas buenas risas…
¿Se ha planteado usted alguna vez que para hacer este post seguramente ha sido la única persona que ha llegao hasta el final de ese horror…? Perdón: Libro, quise decir libro; que aún siga valiendo cinco euros me parece un disparate.
¿Y qué ha sido de Bofil? A ver si recuperas, Mike, su peli Hot milk…