Por Mike Medianoche
Como se acerca el final del mes, he aquí la tradicional cita con el cine de Sufridores en casa. Diría que en esta ocasión traigo una rareza cinematográfica, pero casi siempre lo es, así que me ahorro el comentario. Se trata de Manuel y Clemente (1985), única película que dirigió Javier Palmero, uno de los guionistas de Ana y los Siete. La película recrea los hechos reales sucedidos en El Palmar de Troya, en Sevilla, con la siguiente advertencia.
Los hechos verdaderos se resume en unas niñas que ven a la Virgen, y poco a poco todo el pueblo comienza a afirmar que ellos también tienen apariciones cristianas. Uno de esos vecinos que se suman al carro mariano es Clemente, animado por su amigo Manuel, siendo ambos quienes centran esta cinta que comienza tal que así.
IMPORTANTE: Como seguramente nunca te vas a molestar en conseguir esta peli, aquí te la cuento casi al completo. Aunque quizás al ver las imágenes que he puesto te entren muchas ganas, en ese caso NO SIGAS LEYENDO!!
Tras esta introducción pasamos de lleno de Manuel, un empresario sevillano que parece tener una amistad especial con Clemente; una de esas amistades como la de Epi y Blas, ya que duermen en la misma cama, y todo el mundo, menos ellos mismos, tienen claro que son de la cáscara amarga. Mientras Manuel es un hombre decidido y un poco manipulador, Clemente (interpretado por Ángel de Andrés López muchos años antes de ponerse Manos a la obra) es algo así como el tonto del pueblo, un ser sin maldad y fácil de convencer; un ser pasivo que hace sin rechistar de todo lo que quiera su amigo Manuel.
Tras las apariciones en el Palmar, muchas personas del pueblo afirman tener visiones. Manuel se asombra de la cantidad de donaciones que reciben los videntes, y convence a Clemente para que diga que él también tiene visiones celestiales y así podrán pillar unos donativos de paso. Al principio, Clemente rivalizará con los demás videntes, pero juntos aunarán fuerzas y acabarían montando su propia iglesia, que sería una escisión de la católica de Roma. La película acaba con el propio Clemente, quien se queda ciego, autoproclamándose papa por inspiración divina tras la muerte de Pablo VI.
Manuel y Clemente es una comedia pura y dura, con momentos propios de una novela picaresca. Y aunque tiene algún que otro momento flojito, luego se compensa con todas las escenas relacionadas con los éxtasis de Clemente, que valen su peso en oro. La mejor de todas es sin duda cuando Manuel le ordena a Clemente que diga que se le está apareciendo la Virgen y él dice que cual de ellas; como Manuel le da libre elección, Clemente entra en un falso éxtasis que arranca con la frase » Soy la Divina Pastora» y continúa su teatro recibiendo de manos de la Virgen un niño Jesús invisible que llega desde el cielo, el cual entrega a un obispo allí presente, y luego se lo quita para de volverlo a los cielos. Brutal.
Relacionado con sus apariciones, igualmente son deliciosos los mensajes celestiales que transmitía como «sois pecadores de las tinieblas», que suena muy feo viniendo del propio Dios, ya que Clemente veía a Dios, la Virgen y todos los santos que fuesen oportunos. De hecho, Clemente no sólo tiene visiones sino que incluso es un estigmatizado, esto es, que recibe por iluminación celestial las marcas del propio Cristo en su cuerpo (siguiendo la moda iniciada por otras videntes del Palmar) . De un día para otro, se crea heridas en las manos, costado y frente, ya que según él «Jesucristo me dijo ‘¿quieres sufrir por mí?’ y claro, yo le dije que sí, ¡qué le iba a decir!». De este modo, afirma que en un único día ha perdido dieciséis litros de sangre, quedándose más ancho que largo; un hecho curioso cuando el cuerpo humano tiene entre aproximadamente entre cinco y siete litros según la consistencia de la persona.
También son muy buenos los momentos de rivalidad entre videntes, afirmando alguna que Clemente «lo está haciendo mejor que la María, pero peor que la Rosario». Y es que en el Palmar, en el que más de cuarenta personas afirmaron recibir mensajes divinos, cada vidente que quisiera darse un poco de prestigio tenía que poseer una virtud concreta: una decía que veía al sol girar; otra, a la que el éxtasis le viene casi como un orgasmo al grito de «me va a venir»; otra, que ella simplemente «la visión, la digo y santas pascuas» e incluso una afirma que los mensajes que trasmite (palabras como «jauja jauja») están en idioma arameo, tal como le ha dicho un experto amigo suyo. La rivalidad es tal que a Clemente le llega un chivatazo de una vidente despechada, que le cuenta que las otras videntes afirmarán que Dios les ha dicho que Clemente es un farsante. Pero Clemente y Manuel juegan bien sus cartas y se adelantan, diciendo que a él se le ha revelado que todos los videntes son auténticos, haciendo así que el enemigo se les sume en lugar de enfrentarse a él.
Cierto es igualmente que el filme tiene algún que otro momento flojito, pero da igual, porque el resto es un disparate maravilloso. Y sobre todo porque refleja unos hechos que realmente sucedieron en una España de profunda raíces cristianas, cuya fe ciega enriqueció a un par de pillos que quisieron montar una nueva Fátima o un nuevo Lourdes en la provincia de Sevilla. La película finaliza con una lista de santos que la iglesia palmariana ha subido a los altares, como San Francisco Franco, San Cristobal Colón o san Carrero Blanco, así como una lista de excomulgados como toda la iglesia de Roma o los espectadores del filme Jesucristo Superestar.
No la he visto, pero tiene que ser divertidisima, cuanta mala leche y que tipical spanish!!! mola
Madremía que buena pinta! ¿Te podrás creer que es la primera vez que tengo noticia de esta película?
De todas maneras, apuesto a que va a ser dificilísima de encontrar…Bien podrías hacer una tarjeta VIP de sufridores en casa y regalar un link.
http://pccineforo.blogspot.com/2011/05/manuel-y-clemente.html
aquí la teneis.