Hubo un tiempo en el que la fotografía no era digital sino analógica ¿os acordáis? Y las diferentes compañías debían anunciar sus productos, intentando diferenciarse de la competencia con los reclamos más variados. Había marcas que apelaban al sentimentalismo, tipo «fotografíe los grandes momentos de su familia». Otras, como Fuji en el año 1980, te invitaba a que comprases sus carretes fotográficos de 400 ASA para que fotografíes a tu rolliza amante bajo la luz de un sol radiante.
Si además querías sacar mejor partido a las fotos de tu amante Caritina ochentera, la publicidad te invitaba a pedirle «al representante exclusivo de Fuji en España» -título que a priori parece ser mogollón de importante- el libro «Guía Fuji para hacer mejores fotos». Por supuesto, gratis, porque Fuji cuidaba así de bien a los clientes que además de mujer e hijos tenían amantes entraditas en carne a las que fotografiar en la playa. No sea que te salga oscura una foto de tu amante, que eso está muy feo.