Jugar al Monopoly puede ser más largo que una final de ‘Masterchef’, pero este famoso juego no era el único que se podía pedir a los Reyes Magos para amasar y amasar dinero. Y prueba de ello era un juego que surgió a finales de los 90 llamado ‘Dinero Fácil’, de MB, que como el nombre indica consistía en ganar y ganar pasta sin mucho esfuerzo. Y el que más conseguía amasar, ganaba el juego. ¿Fácil, no?
Era un juego peculiar en el que la casa juguetera nos enseñaba a los niños de la infancia a jugar al casino y a la lotería, a convertirnos en brokers y en desvalijar al prójimo en beneficio propio. Unos valores educativos exquisitos que tenía este juego, oye.
Al principio de la partida se te repartía un dinero, una especie de marcador con cuatro casillas (Doble o Nada, Wall Street Alza y Baja y Las Vegas), en las que había que apostar según la casilla oportuna. Y en el centro del tablero se ponía el resto de dinero que sobrase. Todos los jugadores movían un único peón, y según la casilla así se jugaba.
Dinero fácil. El clásico «pasa por la salida». Si la cruzas cobras 100.000 dólares, y si caes, 200.000. Facilito.
Casillas Doble o Nada: En cada turno, los jugadores deben tener uno o dos fajos de billetes sobre la casilla ‘Doble o nada’. Si el peón cae en doble, doblas la apuesta. Si es nada, te llevas un fuerte aplauso y el juego del programa.
Codicia: Tiras un dado, y si sacas de 1 a 5 le quitas al jugador que desees ese tanto multiplicado por 100.000 dólares. Como si fuese el ‘Un, dos, tres’, se podía tirar tantas veces como desees, pero ya sabemos que las varices rompen el saco. Y por ello, si te salía un 6 no te llevabas nada y devolvías todo el dinero acumulado, mientras los demás concursantes te dicen «oooh».
Wall Street: Una prueba de brokers para principantes. Puedes predecir si las acciones del mercado irán al alza o a la baja, y puedes apostar dinerito a favor o en contra. Si dices que las acciones bajarán y aciertas ganas más. Si pierdes, el dinero se pone bajo la casilla lotería, que se explica ahora (el clásico «esto se entiende sobre la marcha»).
Las Vegas: Si en tu turno caes en Las Vegas te conviertes en un peculiar crupier de casino. Todo el mundo apuesta dinero en la casilla de Las Vegas (claro), y tiras dos dados. Como todo el mundo tiene una o más cartas de Las Vegas en su poder, si sale el número que coincida con la tarjeta de algún participante éste cobrará esa cifra multiplicada por el número que indique la tarjetita. Cuanto más difícil el número, más pasta. Y como en Las Vegas, una retirada a tiempo es una victoria, ya que si vas amasando dinero y el crupier saca un siete te quedas con el dinero de esas apuestas y se acaba el turno.
Lotería. Si caes en la casilla te llevas un décimo adicional, el cual está compuesto por varias combinaciones de tres cifras. Tiras los dados y lees, en orden de colores, el número que ha salido. Quien tenga el número se lleva la pasta, como en la vida real. Luego se devuelven los décimos, se barajan y vuelta a empezar.
Cada vez que ganas dinero y cuando lo pierdes va a lotería, y el juego acaba cuando el dinero del centro del tablero está a cero, y se hace una lotería rápida y adicional para repartir lo que quede bajo estas casillas. Era un juego que fomentaba la avaricia en estado puro. Pero debo confesar que a mí me gustaba mucho.
Pues yo no sabía que las varices rompían el saco: siempre lo he achacado a la avaricia 😀
Follow @sufridores
Es un chiste de una chirigota de marujas 😛