Los libros de adivinanzas se han perdido. Los niños de la infancia ya no tienen en casa tomos de este tipo, algo que lo que nacimos antes de los 90 casi coleccionábamos, porque era un regalo más que frecuente por Navidades y cumpleaños, al igual que los libros de chistes.
Desde los años setenta, un libro de adivinanzas muy popular fue el ‘Diccionario Mágico Infantil y su filtro mágico’. Se trataba de un cuentecito editado por la editorial Vilamala que, por orden alfabético, te ofrecía una serie de definiciones, y había que responder a qué palabra correspondía. Como pista sabíamos la primera letra, y un dibujo de apoyo para que no hubiese lugar a dudas.
La respuesta venía oculta tras un manchurrón rojo, y para poder leerla en condiciones había que poner delante el «filtro mágico», que era un trozo de celofán rojo. Todo un avance tecnológico.
Este ‘Diccionario mágico infantil y su filtro mágico’ contaba con textos de Eulalia Gomá y dibujos de Jorge Pratmarsó, y quedaba muy patente que Eulalia era una mujer chapada a la antigua y un tanto machista. Sólo así se explica que la definición de aguja sea el objeto con el que «tu madre cose los botones de la bata»
O que la definición de sal sea «los granitos blancos que tu madre pone en la comida».
El libro, que se editó también durante los ochenta, nos lleva a esa España antigua donde se confundían los fonemas y las letras, y por ello hay páginas dedicadas a las letras che y elle.
Yo tuve este libro heredado de mi hermana. Y luego tuve otro, una especie de spin off llamado ‘Descubre tu historia’, de Ediciones Maspa. No sé si sería que la editorial cambió de nombre o qué, pero es un clon, portada incluida.
A diferencia del diccionario, aquí el niño (yo antaño) realizaba aprendizaje por descubrimiento. Ponían una parrafada relacionada con la historia de España y había que adivinar qué palabra falta. Pero claro, una cosa es responder «bruja» o «chocolate» y otra «Finisterre», que a cierta edad aún leyéndolo te quedas igual.
Era un poco tostón, y daban saltos por la historia según les daba el punto. Lo mismo te hablaban de Al-Andalus y cómo teñían la ropa que de la época medieval de castillos y torneos. De hecho, desde el siglo XV hasta el XX te lo despachan en cuatro páginas y llenas de dibujos.
El libro acababa diciéndote que el siglo XX es la era espacial, y que pronto acabaría el siglo y llegaría el año 2.000. Otro que se pensaba que con el cambio de milenio iríamos en patinetes voladores como Michael J. Fox en ‘Regreso al futuro’ y beberíamos Pepsi Perfect en unas extrañas botellas de cristal. Bueno, mira, en eso último al final no se equivocaron.
Al-Ándalus es de la Edad Media.
Jeje, yo, tuve este diccionario infantil con su filtro encantado. ¡Qué recuerdos!