El cine de Paco Martínez Soria (que en la vida real «no tenía un pelo de chistoso«) siempre me ha llamado la atención, quizá porque sus películas se repiten en la televisión más que los chascarrillos de Àngel Llàcer en ‘Tu cara me suena’.
Aunque el actor que dijo que «Bibi Andersen es un hombre» parezca un artista que siempre interpretaba el mismo papel lo cierto es que le vimos cantidad de papeles diferentes: el viejo verde (‘Hay que educar a papá’), el cateto de pueblo (‘La ciudad no es para mí’), el de abuelo entrañable (‘Abuelo Made in Spain’), el de tacaño (‘Don erre que erre’), el de travesti millonaria (‘La tía de Carlos’) e incluso el de gemelos (‘Vaya par de gemelos’) y el de un hombre que se hace pasar por su gemelo (‘El difunto es un vivo’, que tiene dos versiones ambas protagonizadas por Paco, una en los cuarenta y otra en los cincuenta). Y eso por citar unos cuantos.
Atención: no sigas leyendo si no has visto la película. Pero es imposible que no te la hayas tragado alguna vez en ‘Cine de Barrio’. A lo que iba, que aquí te encontrarás mogollón de spóilers.
Hoy vamos a recordar la que fue una de su penúltima película, la adaptación de la obra teatral ‘Es peligroso casarse a los sesenta’, dirigida por Mariano Ozores y estrenada en 1981 que se grabó, como tantas otras, sin sonido directo. Por ello, Paco se dobló a sí mismo y le vemos sufrir el efecto ‘Absolutamente Sara’, pues cual la Montiel en el videoclip de Fangoria su voz va por un lado y sus labios por otros. Claro que, aunque el personaje tuviese sesenta, en la vida real Paco tenía ochenta, alguno menos que Sara cuando hizo el dueto con Alaska.
En la deliciosa mezcla de ‘La Cenicienta’, ‘My Fair Lady’ y ‘Adivina quién viene a cenar’ que es ‘Es peligroso casarse a los sesenta’ conocemos a Mariano, un atractivo soltero de oro solterón empresario de viajes que en la sexta década de su vida anhela mujer e hijos. Y sin necesidad de que aparezca un hada madrina que convierta a un puñado de ratones en su familia consigue cumplir sus sueños. Un día conoce a la joven gerontófila Gloria (Julia Martínez), con la que se casa. Y además, cual Alejandro Sanz o Alberto de Mónaco, un día descubre que tiene una hija de un polvete que echó 18 años atrás en el pueblo.
Su nueva hija se llama Juanita, interpretada por una debutante Adriana Ozores, y es más basta que un bocadillo de Avecrem. Juanita acaba de quedarse sin madre y por ello Mariano decide hacerse cargo de la chavala, burra como para querer soplar la rueda de un coche que ha pinchado, o que pregunta al entrar en la casa de su padre si ahí se crían cerdos.
A Juanita hay que refinarla, cual Audrey Hepburn en ‘My Fair Lady’ y la enseñan a leer, a escribir, a hacer barquitos en la sopa y hasta a conducir, pero sin cantar ‘La lluvia en Sevilla es una maravilla’. Y ahora toca buscarle novio, por lo que intentan emparejarla con un presunto chico bien (Luis Varela, el Lorito de ‘La Tonta del Bote‘) que resulta estar más arruinado que Terelu y Merche juntas.
Pero Juanita es una mujer independiente que no necesita ir a ‘First Dates’, y un día tiene un percance en el coche con Yusef, un chaval de raza negra y se enamoran. Claro que en la sociedad ochentera la muchacha no se iba a enamorar de un hombre negro cualquiera, por lo que resulta que Yusef es un “príncipe de un emirato africano” que resulta ser Tajima. Como cuando en las películas de Hollywood hablan de un príncipe europeo. Además Yusef es muy culto y se expresa muy bien. “Qué bien habla. Es como Felipe González en oscuro”, llega a decir su novia de él.
Y entoces surge un conflicto a lo ‘Adivina quién viene esta noche’, porque el viejo Mariano odia a los negros, algo que el espectador descubre de un día para otro. Que si “los negros me caen fatal”, que si dan mala suerte, chistes sobre desteñir o calificar el color de la piel en una pantonera que va de del “café solo” al “café con leche”.
El clímax de la película viene cuando Mariano conoce al padre de Yusef, el Rey Yaser Ben Hahmed Ali Gunda, que cual cabalgata de reyes está interpretada por un actor blanco maquillado de negro, en este caso Antonio Ozores, el padre de Emma. Como el Rey solo sabe hablar árabe o algo así llama a Mariano «marrano», y al vejete le sienta muy mal y le dice que si hay alguien marrano es él, a lo ‘Gran Hermano’, y le dice que le han caído gordos, y hasta llama Baltasar al rey.
Pero al final como en ‘My fair Lady’, ‘La Cenicienta’ o ‘Adivina quién viene a cenar’ el amor triunfará. Porque al final Mariano descubrirá como Paz Padilla que los negros son “supertrabajadores y superhonestos”, que el color de la piel no importa sino lo que hay dentro, y también el petróleo que tenga el país, claro. Pero al final hay una revuelta en Tajima y los reyes no pueden volver y Mariano dice que los pondrá a todos a trabajar para su empresa, y en pleno mogollón Gloria suelta que está embarazada, y por fin Mariano podrá tener un Marianito, que es lo que él siempre anheló. Porque no es lo mismo dejar embarazada a una mujer porque él lo busque que encontrarse con una hija ya criada.
Lo que no acabamos de saber es si Mariano vivió mucho o poco, y si Juanita y Gloria se sacaron los ojos por la herencia. Quizá deberíamos hacer un change.org pidiendo una segunda parte en la que Adriana Ozores y Julia Martínez se reúnan y nos cuenten qué fue de aquella familia, si Juanita finalmente se hizo reina del emirato africano y renunció a su parte del testamento, o cómo quedó la cosa.
¿ Alguna vez ha dejado Bibi Anderson de ser un hombre? Otra cosa diferente es un acuerdo social libre,al menos entre las personas que desean ser correctas y educadas, y por respeto, tratar a la persona como se siente. Pero sin negación de la realidad. Ahora hay tal negación de la realidad, tal invención de géneros evidentemente sociales y no naturales (de esos que necesitan del aprobación de todo el mundo y tener que ser re enseñados todos para continuar con la falacia en el tiempo),y tal opresión hacia los que dicen la verdad y piensan diferente que es muy oportuno decir las cosas tal como son. A Don Paco Martínez Soria nadie se la coló .Un saludo.