Hace unos añitos hice por aquí un homenaje al pressing catch femenino, ese que Telecinco emitía con el nombre de ‘Las chicas con las chicas’ (‘GLOW’, Georgeus Ladies of Wrestling en su versión original). Esta semana, hablando por Twitter con el creador de El Cajón Desastre -¡queremos comeback- hablé de Queen Kong, una luchadora que en España conocimos con el nombre de Matilda La Grande (Matilda The Hun, en su versión original). Una rolliza señora pintada y lacada cual concursante de Rupaul Drag Race. Y ello me hizo pensar en todas las luchadoras que explotaban su feminidad hasta rozar en la parodia o en lo grotesco, lejano de lo que cualquiera podría pensar que es una mujer y más cercano al transformismo o a las drags.
Pongamos un caso práctico de cómo se dragqueenizaba a una luchadora. Conocemos una modelo en excelente forma física llama Ana Mari Ruipérez. Tiene un busto no muy grande pero bonito, el pelo largo pero no sabe cantar.
Nombre artístico
Lo primero es ponerle un nombre drag, pues una buena luchadora debe tener un nombre artístico que parezca sacado del Black and White de Madrid o del Morbo’s de Torremolinos. Algunos nombres reales muy travestis eran Tina Ferrari, Ashley Cartier o Susy Spirit.
Porque claro, si quieres triunfar en es lucha libre no puedes llamarte Ana Mari Ruipérez tal cual; en todo caso podrías ser La Ruda Ann Marie, o un nombre y apellido que suene a bisutería, marcas de ropa de imitación o nombres de cigarrillos. Por ejemplo, Brillantina Marlboro, Rubí Channel o Teresita la Lujo. En el caso de que Ana Mari fuese una mujer gordita, en su nombre artístico debía ir alguna referencia a esos kilos de más, como le pasaba a Montaña Fiji o a Queen Kong; por ejemplo, podríamos llamarla Tamara Tonelada.
El personaje
Eso pasa en el mundo de la lucha libre masculina y femenina. Tú no puedes plantarte con tu biografía real para luchar; debes inventarte una trayectoria, un pasado, para que el público conecte contigo o te odie. Para ser una buena luchadora drag debemos buscar un nombre acorde al nombre artístico y al rol que toque hacer, de buena o de mala. Si eres buena puedes usar capas de superhéroes con brillos, ropas infantiles, bikinis sexys de lentejuelas… Y si eres mala, medias de rejilla rotas, estampados de leopardo, mayas negras con aire gótico… Así, ahora tocaría decidir si a nuestra Ana Mari es de las queridas o repudiadas; por ejemplo, si se llamase Teresita La Lujo sería la esposa de un millonario, saldría al ring con un perro en el bolso y vestiría trajes que emulasen la alta costura pero que le permitiesen maniobrar bien en combate.
El maquillaje
Una luchadora, al igual que una tronista, jamás puede salir de casa sin maquillaje, y olvídate del menos es más. Hay que pintarrajearse como una puerta, cuanto más drag queen de los 90 mejor; con la ceja alta, y con los párpados muy tupidos. Yo conocí a un muchacho que era un wannabe de drag queen -ahora es un machirulo en Instagram- que se maquillaba directamente con barras de payaso que combinaba con productos Mac. A Ana Mari también podíamos hacerle rayitos y motivos variopintos en la cara, pero a diferencia de mi antiguo colega para ello emplearíamos buenos materiales para que el maquillaje aguante sudores y sopapos. Y si por ejemplo nuestra Ana Mari fuese muy fea podíamos pintarle una máscara como la de la corpulenta Big Bad Mama. ¿Véis? La mujer era gorda y en el nombre había que llamarla Big.
El pelo
El pelo de una luchadora va siempre cardado y lacado, sobre todo esto último para que aguante después de que la rival la trinque de los cabellos para estamparle la cara con el suelo. Pero siempre puedes tomarte licencias de usar colores flúor en él, para hacerlo más cercano a la fantasía drag que a las mujeres que ves por la calle.
El cante
La Prohibida, Yogurinha Borova, RuPaul, Divine o Nacha la Macha son algunas de las trevestis y drags que han publicado discos con temas originales. Las luchadoras también cantaban, por lo que nuestra hipotética Ana Mari debería afinar un poquito. En ‘GLOW’, en cada programa las atletas cantaban un pequeño rap al inicio del mismo. Un hit con una compleja letra que en castellano conocíamos su versión doblada que decía «Cantar, reir, también luchar, muchas lo haremos para ganar. Quizás muy pocas lo lograrán, pero el esfuerzo siempre lo harán. Luchar, luchar para ganar vamos del triunfo a disfrutar». ¿En una versión presente cantarían reguetón contra sus rivales?
Pero luego de manera individual cada una cantaba su pequeño rap a su rival. Disfrutad en el minuto 1,30 de cómo una de las Hijas del Granjero amenazaba a Hollwood a través de la música.
‘GLOW’ hizo que grandes empresas como la TNA o la WWF (ahora WWE) se fijasen en el potencial de las mujeres para combatir. Así, existieron otras luchadoras-drag como Sensational Queen Sherry, una mujer que parecía Kimera la cantante de ópera pop.
O Luna Vachón, que junto a El Enterrador o Víscera son de los más terroríficos luchadores de pressing catch.
Como comentamos en el artículo sobre luchadores mexicanos, en el país de Paulina Rubio y Gloria Trevi existen luchadores que son hombres travestidos o muy femeninos, los conocidos como exóticos. Ellos responden a nombres como Polvo de Estrellas, Máximo la Fresa Salvaje o Pimpinela Escarlata. Muy drags.
Pero el parecer drags no es cosa exclusivamente de mujeres y hombres mexicanos. En Estados Unidos, en la WWF hubo luchadores como Goldust, que siempre se ha caracterizado por vestir y maquillarse de dorado. Durante los noventa tuvo una época en la que incluso usaba peluca rubia platino.
Y hasta en su versión muñeco lució peluquita. Una maravilla.
Por cierto, no está de más recordar que en breve Netflix estrena una serie basada en este mundillo y se llamará también ‘Glow’; en la vida real, las luchadoras eran modelos, modelos o deportistas -con alguna excepción- que se reconvirtieron en luchadoras para ganarse unos euros. Se estrenará el 23 de junio y cuenta cómo una actriz sin trabajo se mete a en este negocio, y cómo debe competir, por ejemplo, con una actriz de telenovelas reconvertida a luchadora. Yo ya estoy deseando verla.