En televisión los programas de zapping son un clásico. Ya sabéis, el formato que consiste en coger vídeos de otros programas -generalmente del mismo grupo- y se remezcla con una varita hasta que parezca algo nuevo. Como cuando tu madre te batía las verduras del puchero y te decía que era puré vegetal, en lugar de sobras machacadas a lo “padre de Torrente”.
Esto de coger un poco de aquí y de allí y darle un traje nuevo no solo pasa en la tele, también pasa en los juegos de mesa. Y es que muchos juegos no dejan de ser algo así como un recopilatorio de otros juegos de mesa, valga la repetición de palabras.
Si pensamos en estos juegos recopilatorios, lógicamente lo primero que se nos vendrá a la cabeza serán los ‘Juegos Reunidos’ de Geyper, aquella gran caja que traía parchís, oca, la escalera y otros juegos de los que no tenías ni puñetera idea de cómo se jugaba. Que levante la mano a quien no le regalaron por Navidad uno de esos éxitos de venta tipo ‘100 juegos reunidos’ de Falomir, que eran unos diez tableros a doble cara y una baraja, con la cual siguiendo un manual de instrucciones podías jugar a los ochenta juegos restantes que prometía el reclamo de la caja. También lo había en modalidad magnética, con un rollo que iba pasando paneles hasta que te quedases con el del juego que eligieses. La mayoría tenían un sofisticado sistema tipo la oca, consistente en tirar y avanzar, dejando a un lado la estrategia y dejándolo todo al azar, algo que siempre agradecía tu prima la torpe que prefería jugar a las damas en vez de al ajedrez porque era más sencillo.
El primer “juego recopilatorio” que tuve fue uno llamado ‘Juego de Juegos’. Consistía en un tablero con varias fases, en las cuales debías enfrentarte a pruebas de billar o de bolos, por ejemplo. En la caja se veía a una familia de padre, madre y dos hijos que se lo pasaban pipa, pero yo confieso que jamás disfruté especialmente con él. Por un lado, por eso de ser el pequeño de la casa e hijo de padres viejos que no jugaban conmigo a juegos de mesa, y por otro, porque sencillamente era un poco rollo. El billar no dejaba de ser una superficie de unos diez por quince centímetros recubierta de terciopelito, y derrumbar bolos del tamaño de medio meñique tampoco es que fuese una pasada. ‘Juego de juegos’, si me lees desde el contenedor al que te arrojaron en una de esas limpiezas en las que las madres o hermanas mayores tiran todo sin misericordia, que sepas que aún te recuerdo.
Un juego de mesa recopilatorio que ha llegado hasta nuestros días es el ‘Party‘. En él se te asigna una vieja gramola que hace las funciones de ficha de Trivial, y tienes que conseguir un disco por cada una de las pruebas, que sería el equivalente de los quesitos. Estas pruebas suelen ser las típicas de adivinar preguntas, hacer mímica, dibujar o una prueba de palabra prohibida a lo Tabú.
Con los años, el Party ha ido adaptándose, y cambiando las pruebas; por ejemplo, la primera vez que jugué recuerdo que existía una prueba de leer los labios (que anda que no causaba polémica el “si se escucha desde aquí, no vale”), y en el que me regalaron el año pasado por mi cumpleaños no está ya. También existe, por ejemplo, un Party de cartas, que está bastante apañado en el que por grupos te desafías a pruebas de imitar, tararear, dibujar o incluso pruebas un tanto chorras como “cuánto tiempo puedes decir ‘aaa’ sin parar”.
En la actualidad, el Party casi no se anuncia en la televisión. Pero en ‘No me toques los 90’ le hago un pequeño homenaje por el spot con el que lo conocimos, aquel en el que una señora aparecía en cámara muy serena hablando de qué bueno y formal era su yerno, un tal Eduardo, al cual luego se veía durante una partida de ‘Party’ con una corbata en la cabeza y haciendo el ganso. Lo cierto es que el juego era y es bastante divertido, pero cuando echabas tu primera partida no hacías más que preguntarte que qué necesidad tenía el formal Eduardo de ponerse una corbata en la testa para llevar a cabo alguna de las pruebas.
Al Party le hizo sombra el ‘Cranium’, un poco en la misma línea, y que incluía pruebas más creativas, como deletrear al revés o realizar esculturas en plastilina tipo Play Doh, que la primera vez es buenísima, pero a la cuarta que juegas está dura como un leño.
Poco antes de las pasadas Navidades llegó a las tiendas el juego de mesa de los compañeros de ‘Yo fui a EGB’, editado por Educa Borrás, y al cual tuve el gusto de echar una partida el pasado fin de semana por primera vez. Con el nombre ( y conociendo su web homónima, claro) ya intuyes que alguna prueba tendrá que ver con el colegio, y con programas de televisión como ‘Barrio Sésamo’.
Aquí en lugar de lograr “quesitos” tipo Trivial, deambulando por aquí y por allí en un tablero, logrando los fáciles y dejando los difíciles para el último, nos encontramos un caminito lleno de pruebas en el que te topas con retos que debes superar para lograr una ficha, y hasta que no lo logres (o lo intentes tres veces, y ya por pena te den el “quesito” en plan, anda, zote, para que puedas seguir jugando) no podrás seguir avanzando.
La era EGB se define un poco por su propia indefinición, y nos encontramos pruebas y preguntas que abarcan diferentes décadas, desde los sesenta hasta los noventa, del programa ‘Aplauso’ a los personajes de Ángel Garó en el ‘Un, dos, tres’ y a la llegada del hombre a la luna. Digo esto de la indefinición temporal como algo bueno, ya que en algunas pruebas se puede generar polémica, que siempre es divertido, como por ejemplo, cuando se pregunta “series de televisión de deportes de la EGB”, y se puede discutir sobre si tal o cual respuesta es válida o si esa ya se sale de la época y sería más de ‘Yo fui a FP’ (nombre de una hipotética secuela que me he inventado).
En el juego de ‘Yo fui a EGB’ no solo hay preguntas y respuestas cual Trivial nostálgico. También hay otras de memoria, como recordar qué chuchería de cartulina te ha ocultado un compañero, y otras de habilidad, como derrumbar soldaditos con una canica o levantar cromos. Vaya, que solo falta una tiza para hacerte saltar al guiso (o a la rayuela, o como lo llaméis en vuestra zona). Y eso sin mencionar las pruebas de examen, que cual en el colegio te interrogan sobre geografía, literatura o te hacen resolver una ecuación de dos incógnitas.
El diseño del juego en sí es una delicia, lleno de detallitos de fotos o dibujitos de hace dos o tres décadas, y diría que hay fotos de un famoso erizo rosa, de una serie de Blasco Ibáñez que hace mención a la arcilla, o del perro francés que gritaba “uno para todos y todos para uno”. Pero no puedo decir sus nombres, porque son respuestas que hay que dar en la partida y sería algo así como el spoiler de un juego de mesa, y no queda bonito.
Pues menos mal que mis padres no me regalaron el famoso Juego de juegos por Navidad. ¿Tan malo era? Recuerdo que todos mis amiguitos se lo pidieron para Reyes. Es que en el anuncio de televisión se veia taaaan divertido…
Vaya, un crossover yofuiaegb-nometoqueslos90 Yo viví los 80 de niño y los 90 de adolescente-veinteañero, así que he disfrutado los cuatro libros por igual.
Un alivio volver a verte escribiendo Mike, el anterior post era un poco Wikipedia..se echan de menos los tiempos de Apueste Por Una o Lo Que Interelu..
Follow @sufridores
Gracias, Logan. Actualmente estoy yo solo, Mike, a los mandos de Sufridores y sin todo el tiempo que querría, por lo que hacer una sección a cuatro manos como el Apueste por una es difícil; a parte, que la dejamos descansar porque llegaba un momento en el que nos faltaban elementos que enfrentar y sin repetirnos. Y con Lo que interelu, un poco lo mismo, por falta de tiempo hacer una única persona la sección es complicada ,porque se te escapa la mitad de las cosas que pasan. Y quizá es mejor que permanezca así, como un buen tiempo que sucedió 🙂