Desde pequeños se nos inculca el amor hacia lo esotérico. Leíamos el horóscopo en la SuperPop, soñábamos con echar una moneda a un vidente de cartón piedra en una feria como Tom Hanks en ‘Big’ y que nos dijese nuestro futuro, o colocábamos la palma de la mano en una de las fuentes que te dicen cómo son las líneas de la vida y qué nos depara según esa pseudociencia. Y también teníamos a mano juegos de mesa para ser un pequeño Rappel o una pequeña Aramís, según anhelásemos una melena rubia o rojiza.
Y es que son muchos los juegos que hacía que los niños fuesen pequeños brujos, pitonisos y astrólogos. Quizá el más caro de todos fuese ‘La bola astral’, un juego de mesa llamado el cual estuvo “asesorado y recomendado” por el mismísimo Rappel antes de escribir un libro sobre la Virgen de la Piscina y otras advocaciones marianas francamente rebuscadas. Una bizarrada bastante cara (rondaba las 10.000 pesetas) en el que una bola de cristal típica de vidente tenía que flotar en la nada, y que según leo en los foros lo más que hacía era vibrar ligeramente y porque había que ponerle pilas. Una joya del juguete antiguo obra de la casa CEFA.
Antes, en Borrás, la marca que hizo el más popular de los juegos de magia, sacó a la venta un tablero de ouija bajo el nombre castellanizado de ‘Güija’. Una forma de acercar a los niños la comunicación con los muertos para sentirte como Linda Blair en ‘El Exorcista’. En Estados Unidos la fabricaba Parker, y fue el juego el que inspiró la película de 2014 y su secuela, con niñas que llaman a los espíritus por culpa de pedirlo en la carta a los Reyes Magos. Llama la atención que en la caja es que se indica que es para adultos, en plan «niños, con los muertos no se juega. Bueno, solo un poco».
Tuvo una imitación, la Circuskija, que pese a tener una portada casi idéntica se diferenciaba de su antecesor en que el tablero era redondo, por lo que ya igual-igual no es. He intentado descubrir el fabricante, pero na ha habido manera. Sin duda, era mucho más siniestro, con representaciones del bien y el mal, del dios del Antiguo Testamento e incluso de «Russalka, el espíritu de la noche».
He encontrado otras güijas de imitación de la época, como esta, de la que no tengo muchos más datos.
Hasta hace poco, Hasbro (que comercializa los antiguos juegos de Parker) siguió vendiendo la ouija y haciéndola más moderna, por ejemplo, con una versión rosa para niñas.
Otro juego que desconocía pero que he descubierto para hacer este artículo es ‘El Circulo Mágico’, que era como «la güija sin güija»: en vez de una tablilla los dedos se colocaban en un círculo (mágico, claro) que se iba moviendo con el tablero para «contactar con el más allá». En la caja indicaba que «el tablero da mensajes mágicos que puedes utilizar con tus amigos para encontrar respuestas a todas tus preguntas», como por ejemplo «¿cómo puedo encontrar a mi alma gemela?». Además del clásico abecedario tenía colores y 40 símbolos, para que así la respuesta fuese más concisa e ilustrada. Monte Faber y Amy Zernet fueron los creadores del juego, pero no tengo ni pajolera idea de si son el Sandro Rey y la Pitonisa Lola de Estados Unidos o qué currículum tienen esas tarántulas.
Para los amantes del zodiaco, en España se comercializó allá por los 80 el Life’s Game 2000, con el que «usted y sus amigos, en los tiempos de las computadoras y los satélites, tienen la oportunidad de conocer a través de un ameno juego de azar una de las cientos de posibilidades que la vida en los últimos años del siglo XX, y comprobar los anteriores». Vaya, que cualquier parecido con la realidad podría ser pura casualidad.
Para la iniciación a la «astronomía y astrología» lo ideal para pedir a Papá Noel era el ‘Antakrana, el juego del más allá’. Cada jugador empezaba en un signo zodiacal, recorría «los siete círculos» del tablero y después tenía que acertar una pregunta en el centro, empleando para ello «una creciente creatividad e imaginación». Pero durante el trayecto se enfrentaría a «fuerzas ascendentes y descendentes» relacionadas con las «leyes del azar, el conocimiento del universo y la capacidad creativa».
No olvidemos la bola de billas del número 8 que traía respuestas variopintas, que en España se promocionó en ‘Genio y Figura’ y que pasará a la historia de la humanidad por el capítulo de ‘Los Simpson’ en el que Milhouse se echa una novia con aparatos. Se realizaba una pregunta, y la sabia bola de manera aleatoria te auguraba el sino con frases inciertas y ambiguas tipo “lo dudo mucho” o “pregunta de nuevo”.
Y cierro este post con una petición: que saquen en España el juego Esotérika, de Hasbro. El anuncio mola mil.