En Halloween no todo es pedir chucherías al vecino bajo el lema de ‘Truco o trato’. También se puede oír música de terror, como estas canciones, ver películas de miedo como ‘El techo de cristal’, de la que hablábamos el otro día y con Carmen Sevilla espiando a su vecina la asesina, o incluso ir al teatro. Y una buena opción en este último sentido es ’10 negritos’, la adaptación teatral de la obra homónima de Agatha Christie que lleva más de 75 años representándose.
’10 negritos’, en la adaptación de Ricard Renguant, hará parada en Málaga desde el próximo viernes 30 al domingo 1 de noviembre, con un cartel formado por Mónica Soria (Sra. Rogers), Pablo Viña (Sr. Rogers), Quim Capdevila (Philip Lombard), Carla Hidalgo (Vera Claythorne), David Zarzo (Anthony Marston), Diego Molero (William Blore), Jorge Lucas (Coronel Mackenzie), Paco Churruca (Lawrens Wargrave), Lara Dibildos (Emily Brent) y Antonio Albella (Dr. Armstrong).
La trama es de sobra conocida: diez desconocidos son citados en una mansión en una pequeña isla por iniciativa de un anfitrión desconocido. Pero allí todos resultan ser más malos que las bragas que venden en el chino, poco a poco irán muriendo, como los negritos de una canción infantil. Ideal para ver en una fecha tan marcada por los difuntos.
En Sufridores en Casa, durante los próximos días, iremos hablando con varios miembros de este elenco, y la primera en sentarse en nuestro silloncito virtual es Lara Dibildos, y cuya charla te resumimos en titulares.
«’10 negritos’ tiene tensión, intriga, algún sustillo y humor para descargar»
«»Las actrices de ‘Brujas’ nos seguimos llamando brujas entre nosotras»
«Durante los dos años de ‘Brujas’ estuve soltera, pero es que lloraba tanto que tenía ojos de sapo»
«Los ‘Telepasiones’ se echan muchísimo de menos»
«Me gusta hacer una porra sobre quién ganará Eurovisión»
Entrevista a Lara Dibildos
¿Ficciones como ’10 Negritos’ hace que el espectador le tenga menos miedo o respeto a la muerte?
Creo que no tiene nada que ver una cosa con la otra; todos sabemos que el teatro es invención y fantasía y están separados de la vida diaria, de la vida y la muerte. Pero con la muerte Agatha Christie logra que mucha gente joven acuda al teatro, incluso por primera vez, y se enganchan al ver lo que han visto tantas veces en las películas pero en directo. Porque la magia del teatro existen, la captan y quieren ver más obras. Aquí no se le puede parar una cámara como en el cine para que salga mejor la tensión, es lo bonito del teatro, con esta tensión e intriga, un poco de humor para descargar, y algún otro sustillo también que tiene estos ’10 negritos’.
¿El espectador tiene un poco de síndrome de Estocolmo con esos personajes, que son unos malos que parecen buenos?
Aquí los diez invitados que llegamos a la Isla del Negro tenemos un pasado oscuro y muy tremendo, y lo que se dice bueno-bueno no somos ninguno, ni el apuntador. Pero lógicamente hay uno o una de nosotros que es el asesino o asesina que va acabando con cada uno de los personajes, y cuando hay un asesino suelto parece que te olvidas de ese pasado y automáticamente los haces buenos, pero no es así.
¿Alguna vez has querido mandar cartas a alguien para que vaya a la isla del negro y perderle de vista para siempre?
Sí, tengo una lista negra con nombres apuntados y te dan ganas de llamarles para que hagan las maletas, y decirles ¡ven, que te lo pasas de bien! (risas) Pero es solo algún pensamiento momentáneo, que se pasa rápido, luego se cuenta hasta diez y ya nada.
¿Has visto algunas versiones cinematográficas de ’10 negritos’? Por físico, por rubia y por belleza ¿te verías como una nueva Teresa Gimpera, que participó en la versión de 1974?
¡Uy, no sabes lo bien que me estás cayendo! ¡Entrevístame todos los días! Yo soy fan de Agatha Christie desde que era jovencitas, y he leído muchísimos libros suyos y había visto películas, como ‘Testigo de cargo’, de Billy Wilder, y que hice en teatro el año pasado. Y ’10negritos’ me la había leído también, claro. Y en este caso había visto algunas versiones, algunas mejores que otras. Y hace quince años en Madrid fui con mi madre ver ’10 negritos’ en el teatro Muñoz Seca, dirigida por Ricard Reguant, nuestro mismo director. Yo ya había empezado en el teatro, con cositas pequeñas, y me gustó tantísimo y le dije al universo «¡lo que daría yo por subirme al Muñoz Seca a hacer de la protagonista de ‘1o negritos’!». El universo me escuchó, pero un poco tarde, y por edad no pude hacer la secretaria, que era el personaje que más me gustaba, pero mira, me subí al escenario del Muñoz Seca para hacer la obra en el papel de Emily Brent.
Con Halloween aquí, te tengo que preguntar por cuando fuiste una bruja, pero no de las que hacen pociones ni vuelan en escoba.
¡Ay, la obra ‘Brujas’! ¡Fíjate, que todavía entre cuando nos llamamos nos seguimos llamando entre nosotras brujas, o brujis, que queda más cariñoso! Es una de las experiencias más maravillosas que yo he hecho nunca. Fue un personaje que me costó mucho, pero es de los que más alegrías me ha dado. Cuando empezamos todos creían que en la vida personal y en la gira aquello sí que iba a ser un Halloween, con el hacha encima, pero no solo no pasó eso sino todo lo contrario. Vivimos una experiencia increíble, y conocimos a un ángel como Carla Duval. Y aprendimos una lección de aprendizaje, de vida, de valentía. Fue muy fuerte en todos los sentidos.
Tu personaje ahí tenía un paréntesis en la que la veías irse muy compuesta y volvía destrozada de los nervios.
Yo era la modosita, la buena, pero que se agarraba a la botella de champán como si no hubiera un mañana. Tuve que ensayar mucho esa borrachera en crescendo que es muy difícil, para no pasarte ni quedarte corto. Y parecía la buena que no tenía nada que contar, pero tenía un pasado muy tremendo en el que me pasaba hora y media llorando a lágrima viva cada día. Cuando tenía dos funciones al día, tras tanto llorar, acababa con los ojos como los de un sapo, y cuando me decían de tomar algo al acabar decía que con esa cara yo solo quería irme a casa a dormir (risas). Durante los dos años que estuvo la función estuve soltera, y no me extraña, con la cara de sapo que debía tener (risas).
Tu personaje de ’10 negritos’, Emily, tiene miedo al paso del tiempo y para eso no hay poción de bruja que valga.
No, eso solo puedes aceptarlo. Cuando te toca un papel como este y tienes cuarenta y, como yo, es fácil saber lo que es que lleguen jóvenes, guapísimas y estupendas, y recordar lo que era tener veintitantos años. Y pienso en volver a vivirlo todo y digo ¡qué pereza! ¡con lo que sé y la seguridad que tengo ahora! Y ahora sé disfrutar la vida de otra forma, que es lo que me llena.
¿Echas de menos trabajar en televisión, donde te conocimos profesionalmente?
Sí, en televisión he aprendido mucho y lo he pasado muy bien, y cuando vuelvo para algún programa o una entrevista ves el pilotito rojo de la cámara me dan ganas de decir ¡dame el micro y lo hago yo! Y si alguien piensa en mí para alguna cosa, como surgen a veces las cosas, que son causalidades más que casualidades, me encantaría hacer algo. Pero mira el universo, lo que tardó en hacerme llegar lo de ‘1o negritos’, así que ahora se lo pediré con fecha. Le escribiré una carta. Querido universo, dos puntos… (risas).
A día de hoy en televisión para hablar de teatro poco: o vas a ‘Pasapalabra’, o de última invitada de ‘Sálvame Deluxe’ a la una de la mañana, o poca opción más.
La verdad es que hoy en día no hay tantos programas de televisión para hablar en televisión como antes, y necesitamos ese empuje de televisión para promocionarlo, que es donde más gente lo ve. Pero por suerte tenemos internet, las entrevistas digitales, los blogs y otras ventanas para promocionar. Hay que adaptarse.
Y en televisión has hecho cosas que ya no existen, como los Telepasiones.
¡Se echan múchísimo de menos, fue una época dorada que muchos tuvimos la suerte de vivir! Yo me lo pasé bien con los años que tenía, pero ¡cómo me lo pasaría con la experiencia que tengo ahora! Pienso que me lo pasaría mejor y que lo sabría disfrutar más. Pero siempre hay que ser positivo, visualizar que las cosas buenas van a volver, porque creo en el poder de la mente y cuando crees que algo va a pasar un 90 y mucho por ciento lo tienes.
¿Has continuado trabajando en las teletiendas de EHS?
¡No, ya terminé! Es una producción muy americana -el dueño de la cadena lo es-, y yo me veía como una americana vendiendo el producto. Es interesante porque te hacen trabajar mucho para que tú creas en el producto que estás vendiendo, probándolo, testándolo. Y nunca se sabe y lo mismo en un futuro no muy lejano me vuelven a llamar, aunque de momento estoy centrada en el teatro, en la gira, y dios dirá.
¿Guardas en casa algún teletrébol?
¿Qué es un teletrébol?
El mando de colorines que nos enseñaba Laura Valenzuela a usar para jugar en Telecinco.
¡Ay, en ‘Telecinco Dígame’! ¿Pero cómo puedes tener esa memoria? Y me acuerdo de mi madre, porque es mi madre. Pero ella no es una de esas personas que guardan recuerdos, y para eso soy igual que ella, y un poco desastre también. Guardo los recuerdos en mi cabeza, pero no soy coleccionista de nada de lo que hago, solo alguna cosa importante.
Laura Valenzuela fue la presentadora de Eurovisión 1969, y la pregunta es casi oligada. ¿Te llama la atención Eurovisión?
¡Ay, pues sí! No te digo que tenga una alarma en el móvil, y muchas veces me pilla trabajando, pero si no me gusta reunirme con los amigos, hacer una porra sobre quién ganará, y oye, el que acierte se lleva una porra, que nunca viene mal.
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