‘Las aventuras de Cicciolina’, un cómic para adultos

Hace unas semanas, paseando por el rastro, encontré un librito que llamó mi atención: ‘Las aventuras de Cicciolina’, de Filippuci, Giovanni Romanini y Jea Ubaldi. En su portada aparecía una imagen dibujada de la estrella del porno, política y cantante Ilona Staller, con una corona de flores y con la lengua fuera de forma sensual. Sentí una imperiosa necesidad de saber cuál sería el argumento de este cómic para adultos que en España llegó de mano de La Cúpula allá por el año 1989, y tras negociar el muy decente precio de un euro, me lo traje a casa.

Cicciolina haciendo un cántico pagano

‘Las aventuras de Cicciolina’ nos cuentan cómo esta mujer se convirtió en un icono mundial y universal; de hecho, el tebeo arranca en el Monte Olimpo, con los dioses aburridos de no tener tías buenas a su alrededor (algo que sienta mal a Juno), y posan sus ojos en una jovencísima Cicciolina, todavía una cría a la que le estaba saliendo el pecho. En un descuido, Cupido se escapa hasta la Tierra y se convierte en un osito de peluche, que va a parar a la cama de nuestra protagonista. A ella le encanta su nuevo juguete, con erótico resultado.

Damos un salto en el tiempo. Cicciolina ya es adulta, y le entristece que el mundo esté lleno de conflictos y violencias. Se va a su cuarto, con erótico resultado. Y entonces decide irse de su Hungría natal a recorrer el mundo, haciendo autostop.

Cicciolina quiere implantar el amor como única ley en el mundo. Así, por ejemplo, un día está de paseo con unos amigos y aparece una banda rival; los muchachos parecen que se van a dar de hostias cuando Cicciolina decide arreglarlo todo desnudándose y haciendo el amor en una gran orgía.

Con tintes realmente biográficos, también descubrimos los primeros pasos de Cicciolina en el mundo de la radio, y de cómo ponía becerrísima a su audiencia con sus relatos. Un día, por ejemplo, contó que ella está en contra de la caza, y que una vez estaba paseando por el campo por España cuando se encontró con tres cazadores, con erótico resultado.

Ojalá haga una versión con toreros

Para que la historia tenga su intriga, los malos de este cómic son un grupo de censores, que quieren que la recta moral se imponga en los medios de comunicación. Y ponen en su lista negra a la buena de Cicciolina después de verla semidesnuda en televisión.

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A nuestra protagonista los malos le censuran el programa de radio, cambiando palabras picantes por otras de recta moral. Cicciolina se da cuenta del boicot, y gracias a un chivatazo descubre que sus rivales han creado una máquina que censura radios, revistas o cualquier otro medio que difunda la libertad sexual.

Consciente de su poder, Cicciolina se lo monta con una amiga delante de la máquina, la cual no puede soportar este gesto y estalla en mil pedazos. Así, se vuelve a ratificar una vez más el mensaje del cómic: que hacer el amor es mejor que ejercer la violencia.

Los malos seguirán al acecho, y declaran que a partir de ahora solo se dedicarán a combatir a Cicciolina. Ella, por su parte, habla con su osito de peluche de cuáles serán las próximas aventuras que le quedarán por vivir. Cupido-Osito dice que en la tierra se está muy bien. Fin.

Por 25 pesetas, díganme cosas a las que podría oler ese oso, como por ejemplo #hastaquípuedoleer

Por lo que he podido ver, ‘Las aventuras de Cicciolina’ continuaron en otros tebeos sobre Ilona Staller bajo los trazos de Filippuci y Romanini como ‘Cicciolina en Hong Kong’, ‘Cicciolina la Disc Jokey’, ‘Cicciolina la vendedora’, ‘Cicciolina y el cartero’ o ‘Cicciolina y los vecinos’, con mucho más sexo, pues aquí es todo más sutil, o quizá sugerente. Aunque de estas nuevas hazañas no he encontrado rastro por nuestras tierras.


Redactor freelance. Licenciado en Comunicación Audiovisual y Máster en Publicidad y Márketing.

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