Sí, hoy es 6 de enero, día de Reyes, festivo nacional, pero nosotros no faltamos a nuestra cita, como tampoco lo hacen cada año sus majestades de Oriente. Los Reyes Magos han venido repartiendo regalos que los niños han dejado en sus cartas…o no, porque luego hay de todo. Hoy queremos repasar en el blog algunos momentos característicos de los juguetes y la magia de los Reyes en la vida de un Sufridor en Casa.
– El catálogo de juguetes del Corte Inglés. Al igual que en la época del instituto era lo más aparecer con la SuperPop y comentarla en el recreo, hacer los test, repartir los posters…en el colegio se convertía en el centro de atención el primero que aparecía con el catálogo de juguetes del Corte Inglés. Ese y no otro. Galerías también editaba el suyo pero tenía menos páginas y era más cutrecillo. Para los que vivíamos en el pueblo, esto suponía que tu tía la que vivía en la capital te lo había traído, o que tus padres te habían llevado a ver la decoración de la fachada del Corte Inglés, que siempre estaba más recargada que Raquel Bollo en Nochevieja. El catálogo incluía tooodos los juguetes con los que los niños soñábamos en navidad, y te podías pasar horas analizando página por página. Luego venía el momento filtro de ir seleccionando los regalos que querías. Para ello ponías «x» en cada regalo, y finalmente confeccionabas tu carta. En la última página del catálogo tenía la plantilla para rellenar y apuntar los regalos. Esa lista se la dabas a tu madre que la depositaba en su bols…buzón más cercano para que llegara a sus Majestades.
– «Más de 5.000 pesetas». El disgusto venía para los Reyes cuando les tocaba comprobar el precio de los regalos que había pedido. En el catálogo nunca venían, salvo que te tocara uno de Continente/Carrefour donde si venía el coste. Ayudaban los anuncios de la tele, que en aquel entonces, estaban obligados a especificar si el juguete valía «más de 5.000 o más de 10.000 pesetas». Venía en letra muy pequeñita.
– Las pilas. Esto es un básico. Que levante la mano al que de pequeño no le regalaran un walkman (querida lectora de la generación 1991, tú no cuentas aquí), un coche teledirigido, una GameBoy…y a sus majestades se les hubiese olvidado dejar las pilas para poder usarlo. Claro, el típico drama de 6 de enero de padres buscando pilas como locos. Vale que ahora gracias a las tiendas de chinos o al Opencor tenemos el apaño resuelto. Pero los que venimos de generaciones anteriores o nos hemos criado en pueblos pequeñitos, teníamos que mirar con pena como no podíamos usar nuestros regalos, o buscábamos desesperadamente un paquete de pilas entre nuestros vecinos. Este concepto es aplicable a otro tipo de regalos, como que te regalaran un discman, y ningún cd para probarlo (En mi primera minicadena vino incluido el Xuxa3). Un caso más extremo es el de un amigo, al que mantendremos en el «economato», que le regalaron un parchís…sin fichas.
– «Se vende por separado». Ese gran drama que te daba de bruces con la realidad. En los anuncios de juguete, Chabel tenían miles de amigas, PiniPon tenía una casa, los GiJoe tenían naves…pero no venían con tu muñeco. Tú de pequeño pensabas que una caja te incluiría toda la diversión posible…y no. Todos los complementos vienen siempre mas separados que Rosa Benito y Amador Mohedano. Así que te tocaba esperar a tu santo o cumpleaños, para que Chabel pudiera conseguir su autocaravana y que no tuviera que dormir en la caja.
– Los juguetes «que hacen cosas». En una época tan tecnológica como la actual, atrás quedan esas innovaciones en los muñecos: el que suelta babas, se tira peditos, mueve los brazos, llora,… ¿Sabías que había una muñeca que vino del futuro mucho antes que la chica de la lejía Neutrex? Se llamaba Selene, era la mejor amiga de Nancy…y se le encendían los ojitos… Atención al anuncio, porque acojona…
– «Esto no es lo que pedí». Da igual que tú hubieras escrito detalladamente la carta a los Reyes o que, demostrando tus dotes de niño «alegre» y creativo, hubieras pegado en la carta fotos de los juguetes (recortándolos del catálogo). A veces te traían «variantes». Como pedir el juego de «Cifras y letras» y que te trajeran el «Letras y números» o mi trauma personal que hoy comparto contigo, querida lectora. Siempre quise que me regalaran la granja de Playmobil. La pedí en reiteradas ocasiones, hasta que un año me regalaron… el establo. Claro, los Reyes dijeron, esto se parece, pero no. Los únicos animales que traian eran ponys, un bebedero y una pequeña casa. ¿Dónde estaban el resto de animales? ¿Y el señor espantapájaros que decía «aquí es»? ¿Quién no ha cantado alguna vez eso de «kikiriki…muy buenos días…»?
– Lucir tus juguetes cual Marina Danko presumiendo de piedras. Después del día de Reyes tocaba volver al colegio y una costumbre muy habitual es llevar algo de lo que te hubieran regalado. Desde el juego de mesa del «Un,Dos,Tres» que te permitía emular a Mayra Gomez Kemp en el recreo, tu nuevo estuche con 232 rotuladores y témperas, la mochila o una muñeca. Recordaré siempre el año que el regalo estrella fue Rosaura, esa muñeca que tenía altura real y una compañera apareció en clase con ella. Claro, Rosaura estuvo con nosotros en clase todo el día, de pie en una esquina. Y mi compañera la sacó al patio, la llevaba de la mano como si fuera una persona, aunque su rostro fuera menos expresivo que el de Paloma San Basilio. El momentazo vendría un par de meses después cuando la trajo a clase de nuevo…¡¡con un chándal!! Le había comprado un chándal…¡era Rosaura C!
Y tú, querida lectora, ¿Qué otros momentos de Sufridor en Casa recuerdas de los juguetes de Reyes? Cuéntamos algo que siempre quisiste y que nunca te trajeron, o algo que apareció debajo del árbol y sigues sin saber por qué… ¡Feliz día de Reyes!
Buenísimo. Digno de aparecer en un sketch de «Espinete no existe». Insuperable
Fui muy feliz el año en que los Reyes Magos me trajeron mi primer juego de mesa de Un, dos, tres… (el de la versión de 1991). Lo había visto en Pryca unos días antes cuando fuimos con mi abuela para que yo eligiera qué regalo quería que me trajeran los Reyes en su casa. Mi padre nunca entendió por qué preferí ese juego en lugar de un súper coche teledirigido (que era la idea original hasta que me topé con el dibujito de la Ruperta sonriente, y ya no quise saber nada ni de coches ni de leches, por mucho que me insistieron). Pero el regalo que 25 años después aún me recuerdan en casa siempre por estas fechas (y que me perseguirá mientras viva) fue una peluca rubia que mi madre le pidió a los Reyes para que pudiera imitar a Mayra con más realismo. De nuevo, mi padre siempre comentaba que le hice mucho más caso a esa peluca que a la escopeta láser que la acompañaba en el lote de aquel año. Quien pudiera volver a los 80 por un rato… Enhorabuena siempre por vuestro blog, y Felices Reyes a todos 😉
A parte de la clarísima homosexualidad que demostraba Siqtwit y que su padre se negaba a ver. En mi casa teníamos a Selene y me acuerdo que si tocabas el colgante pasaba algo pero no me acuerdo lo que es. Eso si ha faltado una referencia a Scalextrix que era el top de los top de los juguetes y quién no recuerda ¿un animal de compañia con p? Pulpo…
soy el del comentario 434
El Mr Potato!!! He tenidó que esperar 20 años a que llegara a mis manos… 😉
Me meo con la historia de Rosaura xDDD
La historia de Rosaura es la mejor que he leído. PD: yo me llevaba a la nena melenas
Este post es genial. Me ha traido muy gratos recuerdos. No tengo grandes historias traumaticas con el tema de los reyes cuando fui niño, se portaban bastante bien, los traumas me vienen ahora de mayor, con «eres que eres muy dificil de regalar», total, que me toca hacer «lista» que no carta de reyes, para que al final me traigan lo que les salga del mismo.
Como anecdota infantil contaré, que a mi hermano menor le saco 5 años, siempre he sido muy infantil, pero con 15 años, ya no me caian juguetes, entonces me tocaba urdir mi plan maestro de comerle la cabeza a mi hermano pequeño para que pidiera, lo que a mi me gustaría que me trajesen, para asi, el dia de reyes jugar con sus juguetes, mu ha ha ha!