En el mundo del espectáculo hay muchas decisiones que podrían haber cambiado el show business tal y como lo conocemos. Hace ya un tiempo nos preguntamos cómo habría sido ‘Farmacia de Guardia’ con Carmen Maura o Concha Velasco de protagonistas -actrices que rechazaron el papel de Lourdes Cano- o cómo habría sido el girl power mundial si Dana International hubiese sustituido a Geri en las Spice Girls. Y hoy sumamos una nueva pregunta: ¿cómo habría sido ‘Verano Azul’ si en lugar de Chanquete hubiese muerto uno de los niños, y además, interpretado por Jorge Sanz?
Leyendo el libro de ‘Strambotic‘ (editado por Grijalbo Ilustrados), escrito por Iñaki Berazaluce y Daniel Civentos y con la colaboración en textos de José Viruete o El Hematocrítico, entre otros, me surgió esta pregunta. Y es que en esta peculiar enciclopedia de lo insólito, y que bebe del espíritu del blog homónimo del diario Público, leí una entrevista a Miguel Joven, el actor que daba vida a Tito en ‘Verano azul’ y contó que inicialmente no era Chanquete quien moría, sino su personaje. Un niño muerto ahogado en la playa. Un drama que ríete tú del deceso del viejo pescador.
Además, Miguel Joven revela que él fue un segundo plato, que inicialmente hubo otro Tito que dejó el rodaje a los pocos días, y que antes de que Mercero le descubriese pensó en fichar a Jorge Sanz para ese papel. ¿Cómo sería la cultura pop española sin la frase «Chanquete ha muerto»? ¿Cómo habría sido la vida profesional de Jorge Sanz, a quien todos recordamos porque enseñó el pito en ‘Amantes’, de haber generado un trauma a los niños de la infancia por verle muerto en las orillas mediterráneas de Nerja? ¿Habría sido TT la muerte de Tito cuando volvió a reponerse la serie el pasado 2014? Por cierto, que si no te has pillado el libro, en la web de Strambotic hay unas páginas colgadas que puedes leer por aquí de manera legal y todo.
Junto a esta posible no-muerte de Chanquete, del libro me ha encantado el apartado dedicado a Josep Llobell, músico que ha trabajado, por ejemplo, como productor del último disco de Anabel Conde, y que fue quien compuso la maravillosa melodía de Mooooovireeecords. Como amante del Pressing Catch, me encanta el capítulo dedicado a André el Gigante (y su serio problema de alcoholismo), y el del exquisito cálculo matemático de cuántas hostias consagradas habría que comerse para engullir un Jesucristo entero, entre otros. Como ya dice su subtítulo, es una enciclopedia de lo insólito donde si se habla de Napoleón no será para hablar de la batalla de Waterloo, sino de si murió o no envenenado por la pintura de las paredes.
Una lectura muy recomendable. Y como además los capítulos son autoconclusivos, es ideal para dejar en el cuarto de baño y leer uno al azar mientras tienes tu momento all brain, ya que aporta mucho más entretenimiento que las tradicionales etiquetas de champú.