Operación Bikini 2009: Las Recetas de Raffaella

Por Rusty

Gracias a la colaboración de Marta, seguidora de Sufridores en Casa desde el principio de los tiempos, cayó ayer en mis manos una de esas joyas de la literatura difíciles de encontrar. No me refiero a la primera edición ilustrada del Amadís de Gaula, que esa está en la Biblioteca Nacional, Paseo de Recoletos, no… Me refiero a «Las recetas de Raffaella». Y como nunca es tarde para la Operación Bikini, desde aquí recomiendo esta gran obra literaria que te ayudará a perder peso mientras te pones como el quico (la panacea, señores)…

En diciembre de 1992 se editaba por primera vez esta joya de la literatura culinaria en la que la polifacética Raffaella Carrá nos da los mejores consejos de cara al verano del 93: Una maravillosa dieta para conseguir el tipazo de mi italiana favorita después de Sabrina Salerno. Una joya, repito, repleta de fragmentos maravillosos como el siguiente:

¡Qué graciosa es la vida!
La gente, que siempre descubre cosas en mí, este año se ha fijado en mi forma física.
Todo el mundo me ha encontrado más ágil, más luminosa, más bella, más alegre, más dispuesta a ‘jugar’ con la ironía y la autoironía. Y he oído que todos, hombres y mujeres, me decían: ‘Pero, ¿qué has hecho para estar tan en forma?’
Así fue como, de pronto, me encontré contando pacientemente centenares de veces la misma historia, escribiendo en papelitos la misma dieta recién descubierta […] Al final, cansada de tanto repetirlo, me decidí a escribir este libro.

Y así, con la ayuda de sus dos cocineras, Miriam y Luigina, como ella misma confiesa, Raffaella nos ofrece todo un recetario donde aprender a cocinar unos Bombolotti al Turiddu, un Salmonete Sirtaki, unos Huevos Supermán (ahá, claro, sí), o unos maravillosos Fusilli con Nabos (así de fuerte). Pero lo mejor, sin duda, aparte de las fotos de la chica del corazón explosivo, es el heptálogo que podemos encontrar en la página XI (porque ella usa números raros de esos de su tierra, claro), llamado «Las reglas del juego»

1. Eliminar vino, licores, azúcar y dulces.
2. No mezclar nunca hidratos de carbono y proteínas.
3. Si un día no tienes mucha hambre, aprovecha la ocasión y come menos.
4. Las legumbres, frutos secos y plátanos, con moderación.
5. La fruta, dos horas antes o después de las comidas.
6. La pimienta y la guindilla son facultativas, si no os gusta, no las utilicéis.
7. Sorpresa: antes de las ocho de la mañana (límite improrrogable) se puede tomar un suculento desayuno con pastas, azúcar, pan, mantequilla, mermelada, fruta, café, huevos, jamón, yogur, chocolate…, en resumen, todo lo prohibido. Es fundamental acabar el desayuno antes de las ocho de la mañana.

Y yo me pregunto, ¿es una especie de milagro metafísico, lo de que las cosas no engorden antes de las ocho? Entonces, ¿si me pongo hasta el culo de cubatas antes del amanecer, no pasa nada? ¿A qué hora hay que levantarse para ser capaz de meterse entre pecho y espalda esa bestialidad antes de las ocho de la mañana? ¿Si me trago un paluego a las ocho y cinco me convierto en un gremlin malo? Respecto a lo de «si un día no tienes hambre, come menos»… En fin, el descubrimiento del siglo: comer menos no engorda. Este libro tenía que llamarse «El Secreto», y no la chorrada esa de Rhonda Byrne…

Queridos lectores, ya tenéis las claves. Nosotros seguiremos investigando este libro, qué fantástico, fantástico este libro, para ofreceros poco a poco las recetas de Raffaella. Ya nos contaréis si da resultado. Mientras tanto, servidor se retira por unos días a lucir las consecuencias del método Carrá por las playas tinerfeñas. Eso sí, reclamo a la Carrá que escriba un libro de peluquería… No me sale el tupé como a ella.