Oye, no estás solo: El caso de L.

Nos encanta que los casos que nos estáis haciendo llegar al consultorio de Sufridores en Casa sean de índole tan variada. Si la semana pasada nos tocaba drama eurovisivo, hoy nos han remitido una historia que nos lleva a la vida diaria de oficina. Y nosotros ya sabes que somos más prácticos que las fichas del Pronto. Así que encantados de ayudar. ¡Abrimos el sobre!

Hola chicos de SEC! Aunque no comento nunca en el blog, os leo siempre. Me río mucho con vosotros y creo que ya es hora de participar de alguna forma. Así que me animo a enviar una historia real de mi oficina, por saber cómo lo encajaríais vosotros con vuestro arte. Veréis, tenemos una compañera en nuestra planta. Es de otro departamento, aunque viene a veces a tomar café con nosotros al bar que tenemos enfrente de la ofi. Es maja, agradable, pero tengo que confesar que a veces paso vergüenza ajena. Que por qué… por su ropa. Sí, viste mal no, lo siguiente. Y no hablo de que use ropa cara o barata, sino como la combina. Cuando hablas con ella, se siente como la más moderna del lugar, dice que se siente joven. Pero desde mi punto de vista tiene una juventud que se ha quedado estancada en 1991 y con la luz apagada. Combina medias estampadas, con faldas como de dependienta de Galerías Preciados. Jerseys feos, feos, que yo creo que sí que son de 1991, y le encanta ponerse mucha bisutería. Es la reina de los colgantes. Claro, a nosotros siempre nos pregunta en plan: «¿Te gusta? Me lo compré ayer en no se dónde…» Y en la oficina siempre le decimos que va estupenda aunque sea el centro de nuestras críticas.

Mi duda es, ¿deberíamos decirle la verdad o seguir fingiendo para que ella viva en su felicidad paralela?

Gracias de antemano chicos.

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Bueno, bueno, bueno… Nos encontramos ante el típico caso de «dependienta de tienda de ropa». Sí, esa serías tú. La típica que viene contigo al probador y, te pongas lo que te pongas, te dirá que te queda estupendo, aunque vayas más embutida que una niña de las rellenitas que salían en «Menudas Estrellas» con bata de cola. Entendemos que no queráis hacerle daño, pero igual podéis empezar con pequeños detalles, consejos, haciéndote la típica mejor amiga a lo SuperPop. «¿Has probado a ponerte unas medias lisas con esa falda, igual te dan un toque sexy…» o algo así. Vamos, como diciéndole que quieres potenciar más su belleza, aunque vaya más recargada que Raquel Bollo en una cena de navidad.

O igual es que ella tiene el síndrome Terelu. Piensa que es un icono de Whatsapp moda y siente que va a la última combinando brillos, texturas y estampados… resultando un retablo de Cortilandia más que una chica trendy. ¿Por qué no probáis a comprar un ejemplar de Lecturas y llevarlo con vosotros cuando vayáis a tomar el café? Decimos Lecturas porque Terelu sale siempre, y ponen sus fotos más horrorosas. Abre el ejemplar mientras estáis con la magdalena y el biomanán y di algo del tipo: «¡Por Dios! ¿Has visto qué mal viste?», «¿No se da cuenta de sus combinaciones imposibles. Seguro que sus compañeros en Qué Tiempo Tan Feliz no le dicen nada». Igual se da por aludida, como Massiel en el sketch de Quién Sabe Dónde de Martes y 13.

Igual es una incomprendida, o igual es una genio. Nadie diría a Mariló Montero que vistiendo de esta guisa llegaría lejos, y mírala, que no hay quien la desbanque de las mañanas de la televisión pública.

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