‘Padres no hay más que dos’ es una película de 1982 dirigida por Mariano Ozores que no es ni muy valorada por el público ni por la crítica. Es la típica que suspende en la IMDB o en FilmAffinity, pero es porque nadie sabe apreciar la grandeza de esta cinta, que mostró por primera vez a dos hombres formando una familia, con hijos que les llaman papás con naturalidad.
La película estaba protagonizada por Andrés Pajares y Fernando Esteso, que dejaron el destape para hacer esta película LGBT para toda la familia. El resto del elenco lo forman diosas del universo de Sufridores como Paloma Hurtado, Beatriz Carvajal, Tito y Piraña o Carmen Pascual, la Annie Española.
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La historia comienza con violencia de género desde un prisma cómico. El matrimonio de Florencio y Flor de Loto son un mago y su ayudante, que en mitad de un show sufren un percance y él le corta con espadas, y ella lo interpreta como un intento de asesinato. El «bailarín fantasista» Amalio (Andrés Pajares) descubre a su mujer Emilia (Paloma Hurtado) liándose con un forzudo, y por ello le mete una paliza en mitad de un número en la que incluso le rompe los dientes de una patada. Todo con mucha gracia. Después de estos sucesos ambas parejas se separan, y los niños se los quedan los padres.
Un golfo (Ricardo Merino, el director del colegio en las películas de Parchís) estafa a Florencio y a Amalio y les alquila una misma casa cochambrosa, a la que se mudan con sus hijos a la vez. Los críos, cinco en total (Amalio, Emilia, Curro, Francisca y Paquito), pronto hacen buenas migas, y como los padres no tienen un duro deciden convivir juntos. Pero Florencio es un cochino y desordenado y Amalio un maniático, por lo que deciden dividir la casa en dos.
Los niños se meten hasta en los charcos y deciden que sus padres deben formar un dúo cómico, y los padres van y les hacen caso. Primero intentan montar un show de Frankenstein y científico loco en el que casi muere electrocutado Amalio.
Los niños van a ver a sus madres en una visita que dura literalmente tres minutos, y en plan chantaje sentimental les dicen cosas como que están todo lo felices que se puede estar sin tener una madre. En esto le comentan a Emilia que su ex casi muere electrocutado, y ella se entristece de que solo sea casi. De buen rollo.
Una noche, Amalio y Florencio mandan a los niños al cine y tienen dos citas a la vez en casa; Amalio con una señorita refinada, y Florencio con una moderna interpretada por Beatriz Carvajal, a la que le invita a poner en la radio algo de Mecano o Alaska y Pegamoides. Y en esto que regresan los niños a casa porque la película que iban a ver era de Susana Estrada y no les permitían la entrada, y se encuentran el percal de sus padres con nuevas novias, e incluso les dicen que en un futuro serán sus madres.
Curro, Francisca y compañía siguen creyendo que sus padres deben triunfar en el mundo del espectáculo, y tras un primer número patético se sientan con ellos y les hablan claro: la forma de hacer espectáculo no funciona. Pero lo más bonito es que los niños llaman a Amalio y Florencio papás, en plural, dando a entender que son un nuevo modelo de familia, una homoparental, es decir, formada por dos personas del mismo sexo. Y como prueba de la naturalidad tenemos este diálogo:
Paquito: Tiene razón ese señor. Es que lo que hacéis es muy aburrido, papás.
Florencio: ¿Cómo que papás? Tu padre soy yo.
Amalio Jr: Es que lo dice en nombres de todos.
Amalio: Entonces ¿no os ha gustado?
Emilia: En confianza, papás, es horrible.
Los chavales muestran a su padre un show de rollo punkie trasnochado indicándoles por qué derroteros deben ir, y un empresario queda encantado. Y llaman al grupo Padres no hay más que dos.
Pajares y Esteso vuelven a tener una cita con sus novias, y los niños las trolean. A una la ponen de pedorra, y a otra de que tiene una artritis que se le parten los huesos, y aquello acaba en tragedia, rompiéndose las dos relaciones; no sabemos si quieren que sus padres se enrollen entre sí o que vuelvan con sus madres. De pequeño recuerdo que era mi escena favorita, sobre todo cuando simulaban el sonido de la artritis rompiendo espaguetis por la mitad.
Realizan un nuevo número musical, ahora en televisión, y tienen bastante éxito, pero siguen sin cobrar. Están tan arruinados que ni pagan el alquiler, por lo que los van a desahuciar, porque es una película así de contemporánea. Y ellos se libran de los posibles nuevos inquilinos disfrazándose de Frankenstein e Igor, todo muy absurdo. Pero consiguen ahuyentarlos.
En esto que en pleno mogollón aparecen Amalia y Flor de Loto (que tiene otro nombre, pero no me acuerdo) y les dicen que se han hecho pasar por sus representantes y que van a triunfar con el número a lo familia Von Trapp mariquita. La película acaba con un número en el que cantan que padres no hay más que dos, dejando a entender que entre ellos se entienden como compañeros de trabajo y compañeros de hogar mejor que con sus esposas, aunque parece que hay reconciliación a la vista. Fin.
Más allá de lo interesante que es la trama homoparental, ‘Padre no hay más que dos’ es un despropósito, fatal dirigida. Particularmente me da la sensación de que intentaron hacer una película en la línea de las de Parchís con Pajares y Esteso, con otros niños prodigio de la época como Tito, Piraña y Carmen Pascual, además de varios actores de las películas de Parchís como Paloma Hurtado y Ricardo Merino, y juraría que el perro es el mismo que Supermán. Y para hacerlo más Parchís numerosas canciones, pero no tienen demasiado gancho y unas coreografías horribles.
La primera que vemos es la de ‘Cacerolas’, en la que los niños usan cacerolas y sartenes como instrumento y da auténtico dolor de cabeza. Lo único interesante es que sirve para ver que Pajares y Esteso están condenados a entenderse.
Y tras esta vendrían otras tantas. Mas lo triste es que ninguna canción tiene una puesta en escena digna. Los niños nunca van coordinados, y bailan como Geno en Eurovisión, a su bola. Planos larguísimos durante las canciones, playbacks patéticos, y lo peor es cuando canta Esteso, que pone la voz muy estridente. Un drama.
Me han dado unas ganas horribles de verla.
Un subrpducto absolutamente aberrante