Fidel de ‘Aída’ o Santi de ‘Al salir de clase’ fueron algunos de los primeros adolescentes en salir del armario en una serie de televisión en España. Aunque antes que ellos, probablemente el primer jovencito que le confesó a su entorno que era gay fue el personaje de Pablo en ‘Farmacia de guardia’.
Vale, sí, igual de ‘Farmacia de Guardia’ solo te acuerdas bien de la farmacéutica Lourdes (Concha Cuetos) y su exmarido Adolfo (Carlos Larrañaga), del hijo mayor Kike (Miguel Ángel Varcárcel), del pelirrojo Guille (Julián González) o de la niña de acogida Fanny (Alicia Rozas). Mas en aquella serie había grandes personajes secundarios, y entre ellos estaba Pablo, el mejor amigo de Kike.
Pablo aparecía en capítulos sueltos, y en teoría era un muchacho graciosete pero formal, que incluso una vez se hizo pasar por su colega Kike delante de una amiguita por correspondencia. Mas el gran momento de Pablo se vivió en el capítulo 19 de la cuarta temporada, ‘No se lo digas a nadie’, en el que vimos por primera vez la salida del armario de un adolescente en televisión. Vale, quizá hubo otras, pero para mí fue la primera.
Mientras que en ‘Al salir de clase’ todo se resumió en Violeta diciéndole a su madre «mamá, que Santi entiende», aquí se dio muchas vueltas al tema; tanto, que Pablo tuvo que quedar con Kike para contárselo como quien cuenta que está enganchado a las tragaperras.
Kike: Tú dirás.
Pablo: No es nada fácil.
Kike: Venga hombre, Pablo, que soy tu mejor amigo.
Pablo: Precisamente por eso creo que deberías saberlo. Pero no sé, puede que no lo encajes bien.
Kike: No te preocupes, nada de lo que me cuentes a estas alturas me va a sorprender
Pablo: Bueno, verás, soy homosexual.
Y entonces llegamos a una cortinilla de farmacia, para dejar que el tiempo ha pasado, y que Kike se ha distanciado de su colega porque el tema se le hace bola. No quedan, ni le devuelve las llamadas, y el muchacho lo justifica porque están estudiando carreras diferentes, mas a Concha Cuetos todo le parece raro, siniestro y oscuro.
En esto que Pablo se acerca a la farmacia de visita, pero Kike intenta poner distancia con él; ni siquera le parece bien ir al concierto del grupo Llagas purulentas, y Pablo se huele la tostada, pero tiene el valor de hablar del tema de manera clara.
Pablo: Deberíamos hablar de lo que estás evitando, de mi homosexualidad.
Kike: ¿Qué pasa, que quieres que hablemos? Pues venga, vamos a hablar, ¿por qué, por qué lo eres?
Pablo: Verás, tengo el hipotálamo muy pequeño. No, no es eso. Deben ser mis hormonas prenatales, no, tampoco me convence. Ya está, son las secuelas de una sórdida infancia. ¿Qué quieres que te diga, Kike? ¿Qué más da? ¿Te sentirías mejor si te trajera un certificado médico diciendo que lo mío es una enfermedad, algo biológico, algo que no se puede evitar? ¿Te ayudaría eso a aceptarlo? Sabes de sobra que eso no va a pasar.
Kike se niega a aceptar la realidad, porque su colega no puede ser gay: juega al fútbol, ha salido con chicas, y hasta le pregunta que si es porque no ha encontrado a la idónea.
Pablo: ¿Por qué estás empeñado en encontrar una justificación?
Kike: Porque no puedo asimilar que mi mejor amigo sea…
Pablo: ¿Homosexual, gay, maricón, invertido, julandrón? Llámalo como quieras, pero suéltalo de una vez.
Kike: No puedo.
Pablo: Kike, no me hagas esto.
Kike resulta ser un poco maruja, y le suelta al resto de amigos con los que juegan al fútbol que Pablo entiende. Y los otros tampoco acaban de asimilarlo, porque «no parece marica, no tiene pluma ni nada». Uno incluso piensa en que se han visto las pichas en los vestuarios, como una cosa terrible.
Amigo sin nombre: Esto es un auténtico palo, no sé qué pensar. ¿Os habéis dado cuenta en todas las escenas de contacto físico que hemos tenido? Abrazos, palmaditas, cachetes en el culete. Y las escenas en el vestuario. Nos hemos cambiado juntos, meado juntos, duchado juntos. Y no es por nada, pero lo más probable es que esté por ti, Kike.
Un personaje que ha salido de la nada para demostrar esa España homófoba, que cree que si hace deporte y es gay debería «cambiarse en el vestuario de chicas. O ni me ducho, ni me cambio, ni meo».
Kike sigue preocupado, y habla con su padre, que resulta ser un heteroburro de cuidado, con mucha homofobia, tanta, que hasta le sirve al joven para ver que no debe ser como él.
Adolfo: Yo respeto a los individuos esos. No me meto en sus vidas, y que ellos no se metan en la mía. Cómo no me voy a dar cuenta, eso se nota a la perfección.
Lourdes, que es muy mariliendre, le dice a Adolfo que un amigo suyo de la época universitaria es marica, y el hombre no se lo cree.
Adolfo: Cómo va a ser homosexual, si tiene una pinta de macho, como tu padre. El otro día me lo encontré en la calle, precisamente, y me ha invitado a cenar a su casa. Está viviendo con Luis, el agrónomo, tienen un piso juntos… ¿También es homosexual?
Lourdes: ¿De qué te sorprendes? Si esas cosas se notan a la perfección.
Adolfo: ¿Es que los heterosexuales vamos a ser una raza en extición? ¿Qué piensas a hacer, supongo que vas a dejar de tratarle? A mí no me gusta que mis hijos anden con homosexuales, que luego llegan los malos entendidos. Dime con quien andas y te diré quién eres. Si para ser sensible hay que ser marica mi hijo y yo pasamos.
Al final, Kike se da cuenta que no quiere ser como su padre y descuelga el teléfono y queda con Pablo para ir al cine, y más tarde para jugar al fútbol. Nada ha cambiado entre ellos. Y al final, hasta Adolfo aprenderá a tolerar, que no a comprender, que como cantaba Pastora Soler tu vida es tu vida.
Como curiosidad, en el capítulo ‘No se lo digas a nadie’ a Pablo lo interpretó el actor David Robles, pero hasta la fecha ese mismo rol lo desempeñaba David Zarzo, pero no pudo hacerlo por estar de gira teatral, por lo que el personaje sufrió el conocido como Síndrome de Darren. «Mercero siempre sacaba temas sociales, como inmigración, tenía un prostíbulo enfrente… Y me fastidió mucho dejarla porque yo hasta entonces era el gracioso, el coleguita, y cuando lo dejo ¡va el personaje, Pablo, y declara que es homosexual, que era la pera para el momento! Admito que me jodió», nos contó el actor cuando le entrevistamos hace casi dos años.
En ‘Farmacia de guardia’ hubo otro capítulo de gran peso LGTB, con una puerta abierta a la tolerancia. Fue cuando en la primera temporada se conoció que Lourdes tenía una transexual, anteriormente conocida como tío Mariano, interpretado por el transformista Fama. Su personaje servía como burla, y también como incomprensión, pero al final su familia acababa aceptándole, claro, que para eso los episodios siempre finalizaban con moralina.
Y una vez acabó la serie hubo otra salida del armario. En el telefilme de 2010 ‘La última guardia’ conocíamos que Fanny, aquella presunta hija de Adolfo que acabaron acogiendo, también resultó ser lesbiana y presentó a su novia Teresa a la familia.