A inicio de los 90 los programas de televisión infantiles trataban a los niños prácticamente como tontos, en el buen sentido. ‘Superguay’, ‘La Merienda’, ‘La Guardería’, ‘Club Disney’, ‘Desayuna con alegría’, ‘Xuxa Park’ y un largo etcétera solían tener presentadores guays y enrollados (da igual que el presentador fuese un niño como Ana Chavarri o un anciano como Miliki), que trataban a los espectadores como coleguis.
En esto que en 1992 Televisión Española decide crear un contenedor de series de emisión diaria (y reposiciones los fines de semana) que fue más raro que un perro verde: ‘Pinnic’.Allí, cuatro personajes protagonizaban sketches entre serie y serie, pero vanguardistas, raros, coloridos, extraños para los que veníamos de Espinete y Yupi.
Pasamos de ver a Leticias, Xuxas o Teresarabales a un señor que estaba planchando a una señora, o a una cara dividida en dos mitades que hablan entre sí, y claro, a mí no me gustaba porque no sabía cómo se masticaba ese universo en el que nos decían cosas como que “el mundo de las imágenes es tan atractivo que una vez que entras en él te quedas atrapado”.
Tirant (Pere Ponce) era algo así como el único ser humano, un técnico obsesionado con la imagen. Junto a él había tres personajes ficticios: Bumbum –María Salgueiro-, con facilidad para multiplicarse; Cualquiercosa –Álex Sisteré-, que a veces se volvía pequeñito y hablaba consigo mismo, y Fanzina –Susana García-, cuyo cuello solía estirarse hasta el punto de que podía hacer de un reloj si hacía falta. BumBum, Fanzina y CualquierCosa además podían estirarse, encogerse, volverse bidimensionales o lo que correspondiese, porque sencillamente eran imágenes. Un tripi muy gordo para un crío de unos siete u ocho años, e incluso para un adulto.
El creador del espacio fue Miquel Obiols (el padre de los gallifantes y autor de ‘Una de indios y otras historias’, uno de mis libros favoritos de pequeño), y recibió varios premios internacionales por este invento, que al fin y al cabo no era más que una excusa para emitir series nuevas o antiguas como ‘Las mil y una Américas’,’Delfy y sus amigos’, ‘Tinny Toon’, ‘David el Gnomo’, ‘Érase una vez la vida’, ‘Harry y los Henderson’ y tantas otras.
‘Pinnic’ también tenía un punto de club televisivo, invitando a los niños a mandar cartas; cuando comenzaron a pedir autorretratos a cambio de pins y postales del programa llegaron a recibir más de 50.000 cartas; niños, hoy adultos, que venden sus recuerdos en páginas de segunda mano. Por unos 5 euros te puedes pillar una de estas insignias en alguna de tus webs de coleccionismo de confianza. Así era como se anunciaba en el programa.
No sé exactamente cuándo dejó de emitirse el programa; por unos sitios veo el 94, por otros el 96. Como nunca llegué a ser fan no puedo ayudarme de mi memoria; tampoco sé si durante toda su emisión fueron programas nuevos o si se llegaron a repetir viejas entregas, porque total, no había hilo argumental, solo sketches tipo “Tirant tiende una sábana en la que está la cara de Fanzina y esta se queja de que las pinzas le hacen daño” o “Los personajes hablan de cosas sin sentido durante dos minutos en un chroma que va cambiando” y similares, por lo que haber vivido de repeticiones habría sido muy facilito.
Por si a alguien le da la curiosidad de saber qué fue de los presentadores de ‘Pinnic’, a Pere Ponce lo podemos ver como el cura de ‘Cuéntame’, a María Salgueiro la hemos visto en las dos primeras temporadas de ‘Vis a vis’ en el papel de Encarna Molina, la madre de Macarena (Maggie Civantos) un personaje precioso con mucho sufrimiento y que se muere y todo. De Susana Díez sólo he podido saber que en 2011 se convirtió en actualidad por un desahucio y de Álex Sisteré no he encontrado más que una referencia a un libro escrito por él llamado ‘Partient de cero’, pero ni siquiera sé si será la misma persona.