Por Mike Medianoche
Dado que el lunes jugábamos a Sálvame, hoy queremos volver a echar una partida a otro juego de mesa que tiene ya unos añitos, así que antes, situémonos. Estamos en el año 1993. Antena 3, que aún no era conocida como la cadena triste, emitía El Gran Juego de la Oca, uno de los mayores concursos televisivos jamás emitidos y que arrasaba en audiencia cada sábado de su emisión. Con la llegada de la Navidad, llegó a las jugueterías el sueño de todo niño: la versión de juego de mesa del programa.
Viendo la caja, uno esperaba que el juego fuese absolutamente lo más y recrease todo lo que sucedía en el plató. Esperabas caer en la casilla número 52 y que el Flequi te pelase; o caer en la silla 8 y luchar con Romy Abradelo en el barro. Incluso, que competirías con Maxtor en la jaula, o que las Oquettes, las bailarinas, te hiciesen una prueba de Beso o tortazo justo después de marcarse un baile en moon shoes (¿alguien recuerda estos zapatos para botar? Un amigo mío los tenía, y eran una auténtica porquería).
Sin embargo, uno tenía que tener en cuenta dos factores para no hacerse ilusiones con el juego, cuya edad recomendada era de 7 a 99 años, que te permitía jugar con tu bisabuelo fan de Lydia Bosch. Una, que estaba fabricado por Falomir Juegos, que es el Deliplús de los juegos de mesa, y otra, que su precio rondaba entre las mil y mil quinientas pesetas, que a día de hoy sería entre seis y nueve euros, es decir, una baratija. Efectivamente, el juego era un despropósito de bajo coste en el que no había ni jaula, ni barro, ni oquettes ni porras. De hecho, el contenido del juego se resumía en tres tristes líneas.
Yo fui uno de los niños estafados por Falomir Juegos que pidió en su carta a los reyes este juego, y pese a mis nueve años de edad, al abrir la caja me sentí como Sonia Monroy al quedar cuarta en Supervivientes: una decepción sólo igualada por la posición de Soraya Arnelas en Eurovision. Porque mucho producto oficial, mucho logo de Antena 3, mucha foto del programa, pero aquel no era más que un juego de la oca casi normal y corriente. Lo que lo diferencia de una oca normal y lo acerca al programa era la realización de pruebas. Eso sí, puestos a ser cutre, ni siquiera todas las casillas tenían prueba, y muchas de las que los traían no era más que un clásico «pierde un turno». Aunque no sabemos si es mejor perder un turno que tener que hacer una prueba tan cutre como alguna de estas.
O una de estas…
Aunque también había sitio para el saber, como bien demuestra esta prueba, que rescata la actualidad de aquellos años.
Luego había otras pruebas que intentaban recrear el espíritu de la original, en medida de lo posible, e incluso un poco menos. Por ejemplo, en la casilla número ocho estaba la lucha en el barro con Romy, y en la 9, la urna llena de serpientes. Aquí, en el juego, fusionan ambas pruebas con el deprimente resultado de perder un turno.
Otra prueba estrella, correspondiente a la casilla 51, consistía en escalar un muro, y que en el juego de mesa se convertía en hacer el pino. Aunque la mayor decepción era la casilla número 52, la casilla del Flequi. En el juego original de todos es recordado cuando se realizaban tres preguntas al concursante, y si no las acertaba, le pelaban la cabeza al cero si era chico o a lo Chelo García Cortés si era chica. Sin embargo, en este juego, la prueba consistía en lo siguiente.
Podría seguir poniendo pruebas, pero no es necesario ya que la muestra dan una idea aproximada de lo divertida que era una partida. De hecho, fue uno de los juegos que más manía le tuve en mi tierna infancia (junto a Trivio 3000: la fuerza del saber, el Trivial de Falomir Juegos; sí, la economía de casa abogaba por regalar juegos de Falomir y Cefa), y se ve que es tan malo que no se ha revalorizado prácticamente. Y es que en Todocolección se puede encontrar a la venta por diez euros más gastos de envío. Sólo para coleccionistas.
Ay amigo Mike, lo que tenias que haber hecho era crear con vuestra imaginacion el juego de la oca, hombre, menos tablero y mas calle, por que madre mia, si que es cutre, para quemarlo directamente.
Nosotros lo que hacíamos era recrear el programa. Inventábamos pruebas y las ejecutábamos en el chalet de una amiga, que tenía piscina y todo.
Superafavor de las 4 fotos random de la parte frontal de la caja y en la trasera el retrato del creador que parece Antonio Carbonell… Y destacando ese gran contenido (al menos eran sinceros, no como otros juegos que en la publi parecían «La noche de los castillos» y cuando los montabas se quedaban en nada!
«Has tenido suerte. Los otros chicos de tu edad están al borde del infarto de las carcajadas que se están pegando con un juego de MB. Pero no te preocupes, pasa este turno con el dedo metido en la nariz. Si logras respirar por un agujero solo, has ganado»
Yo el trivio 3000 no, pero sí tuve el «trivio viaje», que era cutre a más no poder! Era una cinta de casete en la que una señorita hacía preguntas, sonaba un tic tac y luego daba la respuesta. Y como en casa no teníamos coche, jugaba yo solo delante del casete.
Por favor…un antes y un después de Patricia Pérez…¿SOY YO EL ÚNICO QUE RECUERDA A LA PIZPIRETA PRESENTADORA DE Vuélveme Loca EN AQUEL PROGRAMA? (en le que por cierto, lucía un look más caritina con pelo corto…)