Hace unos años por estos lares se publicó un post con 10 formas de versionar a Rocío Jurado que iban del punk a la electrónica, donde repasábamos covers de ‘Señora’, ‘Ese hombre’ o ‘Como yo te amo’ entre otras. El otro día escuchando Fangoria me dio por analizar ‘Ese hombre’, hit escrito por Manuel Alejandro para la chipionera que Alaska y Nacho Canut revisaron en ‘Naturaleza muerta’, en una versión que me gusta mucho, entre otras cosas, porque no pretende calcar a la original.
Y me dio por analizar la forma de interpretar de una y otra, y cómo cada una puede tener su propia película alrededor, partiendo de la base de un mismo texto. Una canción sobre una mujer despechada que está harta de su hombre y lo pone a parir, presumiblemente porque tiene más cuernos que la ganadería de Heidi y Pedro juntos.
‘Ese hombre’ de Rocío Jurado
La madre de Gloria Camila, Jose Fernando y Rociíto entonaba esta canción con mucho ímpetu, el de los vientos, el de los mares y el de más allá. Lo hacía con una garra como si hubiese pillado a su marido con otra en la cama, y en un ataque de leches se hubiese puesto a cantarle la canción desde el quicio de la puerta a la otra que se lo está tirando. Pero en plan amigas, tipo «no sabes qué joya te estás llevando, querida. No te arriendo las ganancias».
Así, las altas notas serían el equivalente a los chillidos que pegaría y que se oirían desde la casa contigua, para vergüenza del señor bajito que habitualmente es tan galante, tan apuesto y arrogante, que sabría que la vecina se está enterando de todo a través de las paredes. Al final de la historia, Rocío pegaría un portazo e iría pregonando por el pasillo lo cabrón que ha sido con ella este señor.
Recordemos que según rumorologías esta canción estaba dedicada a Pedro Carrasco, primer marido de la artista y con el que se le rompió el amor de tanto usarlo.
‘Ese hombre’ de Alaska
Mientras que la Jurado era todo furia, Alaska lo hace de un modo más lánguido. Posiblemente, Olvi estaría sola en su casa asumiendo que su historia de amor ha terminado, aislada del mundo. Es entonces cuando una amiga preocupada porque no le coge el teléfono se la encuentra en mitad del salón con dos botellas de vino vacías y una caja de ansiolíticos empezada.
La amiga (que podría ser, por ejemplo, Topacio Fresh) le diría «No hay quien te localice, Antonia. Me he encontrado con Zutanito, le he preguntado por ti y me ha dicho que lo habéis dejado. ¿Estás bien?» Y entonces la diva que antaño llevó el pelo rojo, con rastas o rapado por los lados según la época empieza a cantar su verdad. Pero todo con mucha parsimonia etílica, llamando a las cosas por su nombre pero sin alterarse un ápice.
En este caso, lo revelador es que Alaska habría estado con un hombre extremadamente bajito. Si la mejicana más española o viceversa mide 1,51 ¿cuánto mediría su pareja para que ella lo llame además de falso enano y rencoroso? ¿Habría Alaska estado saliendo con una figura del futbolín del bar de la esquina? Lo único que podemos descartar es que fuese amante de Torrebruno, que al igual que ella medía 1,51 centímetros.
Una vez finalizado su relato, Alaska se pondría a llorar cual loba herida, y Topacio le acariciaría el pelo en plan «venga, no pasa nada, sigue bebiendo y así duermes esta noche como un bebé».
Y ahora te dejo deberes. ¿En qué circunstancias cantaba Rocío Carrasco esta versión de su madre?