Cine de barrio: School Killer, con Carmen Morales y Paul Naschy

Por Mike Medianoche

Es final de mes y toca sesión de cine de barrio. En esta ocasión traeremos una cinta que podría parecer reciente, pero si hacemos cálculos tiene ya once añitos de vida: School Killer. Estrenada en el año 2001, fue una respuesta española (junto a Tuno Negro y El arte de morir, entre otras) a las películas de asesinatos nortamericanas, las cuales daban sus sus últimos coletazos por aquel entonces. De hecho, el ponerle el título en inglés fue quizá para darle un toque más internacional, si bien recibió el subtítulo de El Vigilante, como si de una traducción literal se tratase.

Aviso: Aquí cuento la película casi al completo. Con poco que busques, la encontrarás entera en Youtube, así que si quieres verla antes, NO SIGAS LEYENDO!!

La historia arranca con seis amigos que van a pasar la noche a un antiguo colegio en el que estudió el padre de uno, y que actualmente está abandonado, algo que en el cine suele tener tan buen resultado como recoger a un autoestopista o pedir cobijo en un viejo caserón si te pierdes en el bosque y te sorprende un aguacero.

Estos seis chicos son son Jordi, un bromista un poco plasta; María, una histérica muy estomagante; Sandra, una chica borde y un poco bollo que va de dura con su pelo corto y sus pircings; Pam, una chica con sensibilidad extrasensorial; Larry, un extranjero que también cree en el más allá; y Ramón, organizador de la excursión e hijo del hombre que estudió allí.

Muy significativos son los primeros minutos, cuando los protagonistas entran a la casa y se presentan todos los personajes. En tan sólo dos minutos y medio encontramos referencias a todas las películas de terror posible (Pesadilla en Elm Street, El proyecto de la Bruja de Blair, Poltergeist, Scream 3, Drácula…) así como una sucesión de palabras como “joder”, “imbécil” y “tío” que se repiten sin cesar.

Como se habrá podido comprobar, el reparto era de lo más comercial del momento, con tres actores de Al Salir de Clase como son Carmen Morales (la bollo), Zoe Berriatúa (el gracioso) y Olivia Molina (la histérica). El reparto lo completan el atractivo Carlos Fuentes como Ramón, así como dos actores random como los jóvenes extrasensoriales. Mención aparte merece Manuela Velasco en uno de sus primeros papeles cinematográficos en calidad de extra que baila y chilla. Total, que los chicos están pasando la noche plácidamente cuando empiezan a pasar cosas como luces que se encienden o apagan o el notar la presencia de otras personas que no se sabe si son seres humanos o fantasmas. Teléfonos sin línea que suenan, personas por los pasillos que chorrean sangre y gritan, un coche sin batería y ruedas pinchadas completan un enigma de difícil solución.

Y tras mucho secretismo y flashbacks, algunos muy innecesarios, se descubre el pastel, que es de lo más absurdo: en ese mismo colegio murieron algunos amigos del padre de Ramón asesinados por el puritano vigilante de seguridad, interpretado por el gran Paul Naschy (un clásico ya en Sufridores), al cual mataron los demás supervivientes y echaron su cadáver al pozo.

Como su difunto progenitor le contó la horrible historia en unas cartas postmortem, a Ramón se le despertó la curiosidad de acudir al aciago enclave, pringando a sus amigos en una excursión donde el presente, el pasado y los espíritus que no descansan en paz se mezclan en una historia sin sentido alguno, y al final no sabes si el vigilante está vivo o muerto, y si está vivo, cómo carajo salió del pozo.

De hecho, aunque desde el primer momento se sabe que pasa algo paranormal, Ramón, aun conociendo la maldición del lugar, finge que no pasa nada y no se cansa de intentar justificar absolutamente todo. Por ejemplo, mientras buscan a Sandra tras oír un grito y ver el suelo manchado de sangre, él dice que no pasa nada, porque “se nota que conoces poco a Sandra. Hasta a mí me las ha metido dobladas en las situaciones más inverosímiles”. Lo típico que diría uno en estos casos, sobre todo teniendo en cuenta que el personaje de Sandra es una chunga de cuidado. Tras una legión de espíritus y algunas muertes llegamos a un final no menos incoherente y que justifica la frase promocional de la película, “nos van a matar a todos”.

¿No bastaba solapar pasado y presente que en el último minuto se mezcla también el futuro? Da igual. La película es un despropósito delicioso, personajes muy planos y sobreactuaciones maravillosas. Aunque lo mejor es ver esta película con comentarios del director, Carlos Gil, en el DVD, pues éste en todo momento se jacta de lo estupendamente bien que actúan todos y de lo bien definidos que están los personajes, demostrando así que Olivia Molina o Carmen Morales no son malas actrices sino que se limitaban a seguir las órdenes del cineasta. De hecho, el malo de la película, Paul Naschy, a quien entrevistamos poco antes de fallecer, nos contó que “la gente la pone muy mal, y no entiendo por qué, porque me parece una película estupenda.” Aunque creo que a título personal, más que estupenda la palabra que buscaba Paul era “encantadora”, porque encanto tiene y mucho.