Hace unos meses, Flooxer estrenaba una serie llamada ‘Terror y feria’, que mezclaba el terror de Hollywood como ‘El Exorcista’ o ‘Posesión infernal’ con elementos cañíes. Su resultado, aunque imperfecto, fue más que interesante, sobre todo, porque jugaban mucho con el sentido del humor y la autoparodia.
‘Terror y feria’ era deudora (¿o hija bastarda?) del cine de Wes Craven o Sam Raimi, pero también de directores castizos como Jesús Franco o Paul Naschy. Y, en cierto modo, también debía mucho a otra película que mezcló terror y elementos ibéricos con tono paródico, y que poca gente reivindica: ‘Tuno negro’, codirigida y coescrita por Pedro L. Barbero y Vicente J. Martín, y que llegó a las pantallas en 2001.
Su sinopsis, de forma concisa, podría resumirse como la de un asesino en serie en un colegio mayor de la Universidad de Salamanca, que acaba con la vida de los malos estudiantes (según se descubre tras una ardua investigación). “La ignorancia mata” es la premisa que se repite en la película, una y otra vez.
¿Qué hace verdaderamente interesante a ‘Tuno Negro’? Para empezar, su elenco. En la primera escena nos encontramos a Maribel Verdú videochateando con un desconocido que se hace llamar Tuno Negro, y que la espía, al más puro estilo ‘Scream’. De hecho, aquella primera muerte es tan calco de Scream que la forma en la que descubren el cadáver de Maribel Verdú es más que similar a la que encuentran el cuerpo de Drew Barrimore, también primera muerta de su película.
Tras este asesinato nos trasladamos a Salamanca. Álex, una nueva alumna (Silke) llega a un colegio mayor en plena tormenta, al más puro estirlo ‘Suspiria’. Le atiende Edu (Jorge Sanz) que es asesinado por el tuno negro… Solo que en esta ocasión es una broma, porque los tunos son unos cachondos. Y parece que la máscara oficial del Tuno Negro (una especie de fantasma de la ópera) la venden en los 20 duros, porque todo el mundo tiene una.
Paralelamente, en una clase de criminología, se nos habla de la existencia del Tuno Negro, catalogado como una leyenda urbana. Se trataría de un asesino que cada año ataca en una universidad. Un alumno, Fonseca (Patxi Freytez), se ofrece a atraparlo a cambio del aprobado.
Durante una noche de fiesta en un cibercafé, en el que Álex habla con el Tuno Negro, los tunos tienen que irse para tocar en la boda de una antigua novia de uno, a la que llaman la “Seven Eleven” por estar siempre abierta (Estrella Zapatero, una de las profes de ‘Compañeros’). En esa boda, el Tuno Negro mata a la novia, y acusan a Edu, pero se demuestra su inocencia porque el propio asesino manda un vídeo demostrando que él no fue. A Edu, por cierto, le da poca pena y poco trauma la muerte, y eso que se pretendía cepillar a la difunta en los baños para ganar una apuesta.
Los asesinatos siguen sucediendo en época de exámenes. Mientras, Álex (que ha empezado a liarse tanto con Edu como con un policía que investiga la muerte de la Seven Eleven) comienza a trabajar en una capilla de la catedral, conocida como capilla de los estudiantes.
Entonces el personaje de Eusebio Poncela, que hace del deán de la Catedral barra profesor, cuenta que varios siglos atrás los estudiantes más pobres ejercían de tunos para pagarse los estudios. Entonces los adinerados también comenzaron a ser tunos, por diversión, lo que dejó sin recursos a los pobres. Entonces surgió un grupo secreto llamado el Tuno Negro, que mataba a los ricos; sus miembros fueron ejecutados por la Inquisición, y de todo ello hay registro en los grabados de las paredes de la capilla. Muy Código Davinci. El Tuno Negro hasta deja su firma, con un símbolo ancestral de victoria.
Una muerte muy divertida es la de Marián Aguilera (Míriam en ‘Al salir de clase’), que hace un examen de anatomía forense ella sola de noche, por un favor que le hace el profesor. Ella hace el examen siguiendo la chuleta que tiene otro cuerpo de la morgue en su espalda.
Atención también a la muerte de Sergio Pazos de ‘Caiga quien caiga’, el tuno-camello de la uni, al que el asesino pilla de colocón viendo ‘La Lengua Asesina’ (la película que Alaska pudo protagonizar).
¡Atención, spoilers!
Al final, se descubrirá que la asesina es Álex, que quiere librar a la escuela de gente que no se lo merezca. Ella, sin embargo, se lo merece todo, y huye a través de una trampilla que ha descubierto en la capilla de los estudiantes, porque si le das a los ojos de una estatua y a los pies a la vez se abre una escalera mágica, mientra su enamorado policía la deja escapar. Un sinsentido, sobre todo, porque algunas veces resulta imposible que Álex esté asesinando, pero ojalá esa fuese el único agujero de guion.
Los más avispados podrían haberse dado cuenta de que Álex es la asesina porque su amiga Michelle (Rebeca Cobos, quien hacía de Mercedes en ‘Compañeros’) muere quemada como Juana de Arco, que es el nick que ella usaba en los chats. O al menos, así quiero pensarlo yo.
En ‘Scream’ y otras películas americanas suelen morir la gente que practica sexo, al menos, si es un slasher de manual. Aquí eso no importa: el personaje de Silke se lía con el de Jorge Sanz y también con el de Fele Martínez sin ningún orden ni sentido. De hecho, el personaje de durante su huida del asesino llega a prometer a la imagen de una santa que “me quedo virgen para siempre” si sobrevive, pues el criminal la acecha en una iglesia de Alcalá de Henares.
Tampoco podemos dejarnos atrás esos efectos especiales un tanto domésticos, como rayos de tormenta puestos ahí con filtros del móvil, o un fuego más falso que el currículo de José Antonio Avilés.
Mención aparte se merece el tema de las nuevas tecnologías. Yo no sé si pretendían hacer con los chats e Internet en general lo que ‘Scream con los móviles’ o qué carajo pasaba ahí. Quienes usábamos el chat allá por inicios del milenio sabemos que la forma en la que chatean (hablan por un micrófono, el ordenador transcribe el texto, y el chat responde tanto por escrito como con la voz de la otra persona) es una auténtica patraña, y de hecho, te saca de la película. Por no hablar del “registro de llamadas” que el poli al que interpreta Fele Martínez ve en el ordenador de Silke, o cómo las páginas web se abren solas y empiezan a emitir comunicados del tuno.
Por último, hay que destacar que la película tiene, como tantas películas de terror, su caspa de machismo y de racismo. Las mujeres son meros objetos de disfrute de los ligones tunos. En un combate de artes marciales entre Silke y Fele, él pregunta que desde cuándo las chicas saben pelear. O el profesor que critica la ropa sexy de una alumna, a la que le dice que a su clase no se puede llegar tarde “y menos así vestida”.
Sobre el racismo, podemos encontrarnos lo que, sin duda, es el peor chiste de toda la película. Jorge Sanz y Silke están intimando en la cama, y él sale un momento. Entonces, de debajo del catre, sale un tuno, al que ella engancha y empieza a pegar. El personaje lo interpreta el mulato Alexis Valdés, y Jorge Sanz le dice que por qué le pega. Ella responde tajante: “Porque es el Tuno Negro”.
One thought on “‘Tuno Negro’: La ‘Scream’ cañí de Maribel Verdú y Silke”