El videojuego del ‘Un, dos, tres’, con Bigote Arrocet de presentador

Del mítico concurso ‘Un, dos, tres, responda otra vez’ se hicieron multitud de juegos de mesa, algunos de los cuales ya hemos comentado por aquí: que si el cuerno del chollo, que si Botilde, que si El País del Antichollo, la Pera, el escondite del Chollo y el Antichollo, el de ‘Un, dos, tres, a leer esta vez‘… Una locura. Pero también hubo allá por los años ochenta una versión videojuego que se lanzó para Spectrum que era sencillamente delicioso.

Lo mejor del videojuego del ‘Un, dos, tres’, que salió a la venta en 1984, es que el programa virtual estaba presentado por un artista de la casa. Lo lógico hubiese sido pensar que al frente del mismo habría estado la voz de Mayra Gómez Kemp, y si acaso escudada por las Hurtado haciendo de Tacañonas. Sin embargo fue un cómico del programa quien se encargó de esa presentación. Y no era ni más ni menos que Bigote Arrocet, el argentino-chileno más mejicano del mundo, que se convertía en maestro de ceremonias de un concurso, tal como haría más tarde en ‘La ruleta de la fortuna’.

Al igual que su hermano televisivo, este ‘Un, dos, tres’ estaba estructurado en tres partes diferenciadas: la ronda de preguntas, la prueba física y la subasta. Y dándole la réplica a Bigote hay una voz así como robótica. Ni rastro de Kim, de Paloma Hurtado ni de Chicho, mientras el padrastro de Terelu hace todos sus chistecitos habituales, tales como sus llamadas al son de «piticlín, piticlín» o llamando chapulines a la audiencia.

En la ronda de preguntas se lanzaba una cuestión a los concursantes, por ejemplo, «nombres de frutas» y van apareciendo respuestas que hay que decir si son verdaderas o falsas. Por ejemplo, fresa, verdadera, pera, verdadera, Isabel Gemio, falsa. Un poco como Chus Lampreave ayudando al nieto con los deberes en ‘Qué he hecho yo para merecer esto’.

En la segunda ronda, que tradicionalmente era la prueba física en la que un concursante tenía que estallar huevos en la cabeza del rival, correr de aquí para allá cogiendo y soltando objetos o vaya a saber usted qué se convierte en un videojuego de plataforma, tipo Mario Bross primitivo, del que hay poquito que reseñar.

Y ya en la subasta, en pantalla se suceden una serie de artículos que hay que decir si te los quedas o si los descartas, y te dicen que has perdido o ganado una suscripción a una revista, una participación de un sorteo o cosas del estilo. Pero allí Bigote no te ofrece dejar de leer la tarjetita para contraofertarte doscientas mil pesetas y deja de leer ni nada similar. Según El Blog de The Punisher, se realizó una campaña publicitaria muy bestia con este videojuego y que emulando a su hermano catódico se podían ganar premios al comprarlo.

La verdad es que como videojuego no es gran cosa, pero como reliquia undostresera es una auténtica joya que yo no tengo y que me dejaría regalar sin problemas.

Y ya basta de leer, ¿vemos cómo era una partida? ¡Dentro vídeo!

Fotos: El Pixelblog de Pedja